Elizabeth Blackburn y Carol Greider identificaron por primera vez la enzima telomerasa en 1984 siguiendo la pista que Blackburn comenzó años antes junto a Jack Szostak, de una secuencia única de ADN en los telómeros que protegía a los cromosomas de la degradación. El hallazgo valió a los tres el Premio Nobel de Medicina en 2009. El estudio de la función de esta enzima, contenida en los extremos de esa combinación de ADN y proteínas que son los cromosomas, daba pie a un nuevo e ilusionante método de frenar tanto el cáncer como el envejecimiento celular.
Más recientemente, se ha descubierto el papel de los telómeros en la biología de las células madre y la reprogramación celular. Para debatir el futuro de la disciplina, la Fundación Ramón Areces organizó un Simposio Internacional que acercó a Madrid a algunos de los investigadores más punteros en la investigación del telómero. Jerry Shay, biólogo del cáncer en el Southwestern Simmons Comprehensive Cancer Center (Universidad de Texas, EEUU) fue uno de los coordinadores del simposio junto a Kathleen Collins (UC Berkeley), Madalena Tarsounas (Universidad de Oxford) y la directora del CNIO, María Blasco.















