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Aprender a ser «CSI»

La Semana de la Ciencia enseña en un taller cómo se realizan las pruebas en la investigación criminal

Aprender a ser «CSI» F. BLANCO

ISABEL JIMENO

Una marca en un vaso, un chicle o unos gusanos. Detalles y pequeñas cosas que para muchos no tienen valor, pero que para los criminólogos y forenses suponen la apertura de una ventana a un mundo en el que poder localizar y presentar ante un juez las pruebas de un delito. Cómo procesar esos elementos, a qué atender o qué técnicas utilizar es parte de lo que aprendieron los «alumnos» que participaron ayer en el taller de investigación criminal celebrado en el Museo de la Ciencia de Valladolid con motivo de la Semana de la Ciencia de Castilla y León. De la mano de policías expertos en la materia se adentraron en el verdadero mundo de la investigación de los delitos que muchos conocen por la televisión, pero que en realidad no es igual y, sobre todo, «no es todo tan rápido como en las series», advierten.

La dactiloscopia o análisis de las huellas dactilares es una de las técnicas más antiguas, pero también de las que siguen siendo las más usadas. Y en el taller, provistos de guantes de látex para no contaminar el espacio, los aspirantes de «CSI» aprendieron cómo tomar las huellas, revelarlas y ver gracias a las lentes de aumento las características que conforman el dactilograma y hacen más fácil su identificación sin pertenecen a alguien ya fichado. «No hay dos iguales», aseguran, así que son una de las mejores pruebas para identificar a un presunto delincuente. También muy útiles en la resolución de casos son los otogramas, lo mismo que las huellas dactilares, pero de la oreja, porque todavía no se han encontrado dos iguales. Suelen aparecer en casos de robos «porque cuando alguien quiere entrar, se pega a la puerta para escuchar si hay alguien y puede dejar la huella», explican los expertos.

Series de televisión como «CSI», «Mentes criminales» o «Bones» han incrementado el interés por la criminología y las ciencias forenses, aunque entre los participantes del taller había de todo. Como Ángela, Jorge y Manuel, tres jóvenes físicos e ingenieros interesados por la ciencia, o Cristina e Isabel, dos adolescentes, satisfechas con lo aprendido y reafirmadas en su intención de adentrarse en el mundo del laboratorio y la criminología. Eso sí, «parece más fácil en las películas», reconocen.

Manchas de sangre

Los interesados tienen una nueva oportunidad el miércoles y el jueves para conocer también cómo se usa el programa informático para elaborar un retrato robot o comprobar que la luz de Wood muestra cosas que a simple vista no se ven como las fibrillas que demuestran que un billete es verdadero, las marcas que prueban la autenticidad de un documento o la marca de sangre que, por más que se limpie, siempre sale al reaccionar con el luminol. Además, el taller enseña detalles sobre balística como que al disparar un arma, aunque sea de fogueo, siempre se expulsan unos gases que se impregnan en la mano y en la ropa y que pueden servir como prueba a la hora de «cazar» a un delincuente.

La Semana de la Ciencia que se celebra hasta el día 18 en las nueve provincias de Castilla y León ofrece un sinfín de actividades para acercar esta actividad al público. Además de proyecciones, visitas a centros científicos y tecnológicos, cursos y seminarios, hay talleres curiosos como el «Paleontólogo por un día», en Burgos; «¿Cómo desarrollar un botiquín casero de emergencia?» y «Aislamiento de ADN», en Salamanca, o el de Robótica, en Segovia.

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