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«El Barça es un ejemplo para todos»

El entrenador madrileño, tras su salida del Inter, descansa y reflexiona sobre su futuro. Desde 1993 ha dirigido equipos continuadamente

IGNACIO GIL

RAÚL COSÍN

Es tiempo para el descanso y la reflexión sobre el futuro en la residencia de Rafa Benítez en Liverpool. No conocía eso de respirar sin la presión propia del fútbol de alto nivel día tras día. Sobre todo, hoy cuenta con tiempo para su familia. Para el disfrute personal. Y para seguir estudiando sobre esto del fútbol. Benítez (Madrid, 1960) atiende a ABC y conversa sobre lo que hace hoy después de ganar el Mundialito de Clubes y dejar el Inter, sobre fútbol —el dato dice que es el único entrenador que ha ganado títulos en las tres mejores ligas del mundo—, la salida de Torres del Liverpool y sobre el futuro próximo.

—¿Cómo vive hoy después de no tener vacaciones desde 1993?

—Bueno, la verdad es que no ha pasado demasiado tiempo y todavía ando ocupado resolviendo, o intentándolo

al menos, temas de Italia y algunos otros aquí en Liverpool. Pero sobre todo, intentando pasar más tiempo con la familia. Pienso que será muy distinto cuando vayan pasando los días y tenga más tiempo libre.

—¿Al salir del Inter se planteó aceptar alguna de las ofertas o primó el descanso?

—A fuerza de ser sincero, alguna de las ofertas que llegaron en un primer momento era realmente interesante, pero consideramos que quizás era el momento de relajarse, de descansar y de estar con la familia porque, la verdad, con dos partidos a la semana durante tantos años de forma consecutiva no era fácil.

—¿En qué invierte este tiempo? Seguramente se perderá poco fútbol.

—Es cierto que veo partidos, pero hay que decir que de una manera distinta a cuando estoy en ejercicio. Los sigo sin analizar tanto los detalles como me gusta hacerlo. En cuanto al resto del tiempo, pues haciendo las cosas que puede hacer un marido y un padre de familia normal. Acompaño a las niñas al colegio, paseo con mi mujer… cosas normales que cuando estoy en plena competición no puedo hacer.

—Su vida está en Liverpool.

—A día de hoy, sí. Luego, de cara al futuro, nunca se puede decir con seguridad. Han sido muchos años en un sitio que nos parece que colma nuestras expectativas en todos los sentidos y en el que la gente nos trata de maravilla, con mucho respeto, con mucho cariño.

—¿Qué ha aprendido para su carrera desde la llegada de Hicks y Gillett al Pool hasta su salida del Inter?

—Bueno, habría mucha tela que cortar, que se suele decir, y muchas cosas a analizar. Con capacidad de síntesis y sin entrar en profundidad. En el Liverpool cambió el tipo de gestión a una más empresarial y no fue muy bien, a las pruebas me remito; y en el Inter tienen otra visión del fútbol. Es un equipo muy presidencialista. Todo, para lo bueno y para lo malo, gira en torno al presidente, que es el que pone el dinero y toma las decisiones. De cualquier manera, he aprendido a manejarme en el mercado futbolístico sin mucho dinero, vendiendo y comprando jugadores, pero a la vez siendo competitivos. Con un gasto neto en el Liverpool de 10 millones de libras hemos peleado siempre arriba; en el Inter, qué le voy a decir, el gasto fue cero.

—¿Qué pensó cuando el Inter comenzó a fichar en el mercado de invierno todo lo que le prometieron y no le concedieron, incluidos jugadores que tenía en su agenda?

—Para ser sinceros, lo sospechaba porque era evidente que se necesitaba. Nosotros lo sabíamos, lo sabía todo el mundo. Era una evidencia. Lo que nunca entendimos, y seguimos sin entender, es por qué no se hizo en agosto. Hablábamos de jugadores pero no se hizo ningún fichaje, cuando tras el Mundial sabíamos que muchos futbolistas no llegarían frescos, que la plantilla era la más veterana de Europa y las posibles nuevas caras ayudarían de forma decidida a mejorar un grupo competitivo, sobre todo para la liga italiana, pero bastante castigado por las competiciones en las que estuvo inmerso.

—¿Se sintió engañado en el Inter y el Liverpool en su última etapa?

—Para ser diplomáticos y no revolver lo que ahora no deberíamos revolver, digamos que hay conversaciones privadas que no se pueden desvelar, al menos yo no lo voy a hacer, en ambos casos. Mi tranquilidad es que los hechos, que no hay que confundir necesariamente con los resultados, poco a poco, van confirmando quién tenía razón. Pero eso es lento y tendrá que pasar el tiempo para se haga justicia.

—El Liverpool ha hecho buen negocio con Fernando Torres. Usted lo fichó por 36 millones y ahora lo han vendido por 58, pero después de un rendimiento excepcional.

—Mire, el precio real de compra, el de verdad, fue incluso menor. La operación varía si se suman los premios y se mete o no a otro jugador, Luis García, en el acuerdo. Pero de cualquier manera, desde el punto de vista económico ha sido un negocio muy rentable y muy importante para el Liverpool. Y todo ello, como bien dices, tras un gran rendimiento en el campo, una amortización impresionante a base de goles.

—¿Qué le ha parecido la operación y la salida en sí de Torres?

—Por mi relación con Torres y mi enorme cariño para con el Liverpool, prefiero no opinar. Creo que es lo más honesto por mi parte porque estaría siempre a mitad de camino. Lo que sí te puedo decir es que siempre hay que buscar un por qué, un cuándo y un cómo que, de verdad, pienso que sólo los interesados conocen.

—Para The Kop y el Pool, usted debería ser el próximo entrenador.

—Pero el Liverpool tiene un entrenador a día de hoy. Y Dalglish lo está haciendo muy bien, con lo que habrá que ser respetuoso con el trabajo de los demás y de Kenny especialmente. Por supuesto que me halaga que me recuerden, yo tengo un recuerdo imborrable del club y de sus aficionados, a los que siempre llevaré en el corazón. Pero por ese cariño, yo deseo que el manager que ocupe el banquillo de Anfield el próximo año sea el mejor que el Liverpool pueda tener, independientemente de quién.

—¿Cuál es la reflexión que hace respecto a su futuro?

—Ahora es tiempo de relajarse todo lo posible y de estar con la familia cuanto se pueda. Ver fútbol, disfrutar del fútbol sin presión y prepararse para nuevos retos que están por venir. Vamos a ir poco a poco y vamos a pensar las cosas.

—Usted es partidario de proyectos a medio-largo plazo y eso es particular de la Premier.

—Tras mi experiencia de seis años en Inglaterra, creo efectivamente que lo ideal para cualquier entrenador es poder desarrollar sus ideas con tiempo. Buscar rendimiento a corto plazo, de acuerdo, pero no olvidar un proyecto de futuro que consolide el presente. Mira, un ejemplo tangible es lo que está ocurriendo ahora en el Barcelona y que tanta gente alaba. A lo peor se tiene poca paciencia y, cuando alguien la tiene, se recogen los frutos. El trabajo de Guardiola es sencillamente impecable. Pero había que apostar por él y darle confianza. Está haciendo un gran trabajo, con calidad en el campo y respeto y profesionalidad, mucha profesionalidad, fuera. Sinceramente pienso que el Barça y Pep son un buen ejemplo para todos.

—¿Su futuro está en Inglaterra o en España?

—Como he dicho antes, me gusta Inglaterra porque me parece que se entiende mejor un proyecto a medio y/o largo plazo. Aunque como profesional tienes que analizar cualquier oferta de trabajo que pueda llegar independientemente del lugar, del país del que proceda.

—Ha sonado el Chelsea o su vuelta al Liverpool.

—No me gusta especular, ni que especulen con mi trabajo y mis opciones. Lo que sí te puedo asegurar es que, a día de hoy, en este momento, no hay nada de nada en términos oficiales que pueda sustanciarse en algo concreto.

—Y en España nunca se desliga su nombre del Real Madrid.

—Sinceramente es la misma respuesta que la anterior la que hay que usar. Vale lo de que no me gusta especular y que especulen y en que no hay nada a día de hoy.

—Siempre ha destacado su amistad con el Bosque ¿Qué le ha parecido el trabajo con la Selección, que también recogió de Aragonés?

—Los dos lo hicieron muy bien. Uno ganó un Europeo y el otro un Mundial. Me parece que son logros que no están precisamente al alcance de todo el mundo. Puestos a analizar desde fuera, y sabiendo que fueron complementarias para el éxito las dos apuestas, a lo mejor Luis le dio carácter y confianza a una selección que casi siempre caía en cuartos y Vicente perseveró por la misma se da, apostando por un grupo de jugadores con mucha calidad a los que conduce con perfección. Aunque en España estamos poco acostumbrados a valorar lo nuestro, habrá que quitarse el sombrero ante Luis y Vicente, ante Vicente y Luis.

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