Oración por W. Cronkite
QUERIDO maestro que estás en el cielo quiero pedirte que hagas algo por nosotros. Somos muchos, querido Walter, en un oficio que según dicen gerentes y directores de Recursos Humanos y Marketing está en fase de extinción. Aseguran que sobramos, que esto de dar noticias es caro y antiguo. Que ahí está Internet. Que los lectores, radioyentes y telespectadores pasan de nosotros porque nosotros hace tiempo que pasamos de ellos. No está bien que te hayas ido sin decirnos cuál es clave de nuestra permanencia.
De todas las desgracias de nuestro oficio ésta es la mayor: que los grandes os vais sin que los que empiezan pregunten quiénes sois. Los que estamos os hemos olvidado. Sin referencias tendemos a creer que somos los primeros. En las redacciones radiofónicas de mi país nadie pregunta por Manuel Antonio Rico. Mis compañeros creen que Fermín Bocos es un tertuliano, Gabilondo un hombre de la tele, Jesús Quintero un loco, José María García un cascarrabias y Manuel Martín Ferrand alguien que escribe artículos. Todos podrían llamarse Walter en tu país.
Pedro Rodríguez, corresponsal de ABC en Washington, utiliza tres palabras para recordarte: seriedad, confianza y concisión. No sé si Pedro quería escribir una tesis sobre el periodismo que hay y habrá, pero lo consigue. Vuelvo a tus memorias y a tus artículos. Me da igual si un día dijiste eso tan estúpido de que «así son las cosas y así se las hemos contado». Nunca contamos cómo son las cosas. Habrá que recordar lo que Pilatos le dijo a Jesús: ¿Qué es la verdad? Y en esa estamos.
Tú, un gran cínico, lo sabías. Nos acercamos a la actualidad, sabemos que la actualidad nunca coincide con la realidad, y se nos llena la boca de conceptos como neutralidad, independencia y libertad. Pero la neutralidad es renunciar a un sueldo por una verdad que muchas veces es incierta. La independencia, una circunstancia que tiene la consistencia de un pájaro en el alambre. Y la libertad, una palabra que mejor hay que olvidar.
Padre Cronkite que estás en cielo, pide por nosotros. Pide que seamos serios a la hora de trabajar. Rigurosos al confirmar las fuentes. Certeros al pronunciar un calificativo. Valientes cuando tengamos que preguntar. Incómodos siempre. Listos, astutos y mentecatos frente al poder. Y siempre desgraciados ante la injusticia. Este oficio no nos hará millonarios, pero sí personas, y esa es la forma de ser rico por muchas deudas que tengamos en el banco. Puede que así podamos decir lo que nunca creíste: que así son las cosas y así se las hemos contado. Y gracias, de corazón.
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