Silencio cómplice del Gobierno

Prisionero del rumbo marcado por Pedro Sánchez, el PSOE considera «anecdótico» que el Gobierno silenciara la propuesta de veintiún puntos que Quim Torra le entregó la pasada semana en el palacio de Pedralbes. El propio Ejecutivo señaló ayer que responderá «en su momento» a una oferta cuya gravedad institucional solo es comparable a la docilidad con que Sánchez la ha ocultado para seguir adelante con su estrategia negociadora, hoja de ruta de su propia supervivencia en La Moncloa. Ni siquiera se conoce la integridad de un documento que entre otros puntos incluye el derecho de autodeterminación y la apertura de un proceso de mediación internacional «entre los gobiernos de España y Cataluña», nada nuevo en el catálogo de delirios institucionales del separatismo catalán, pero que adquiere una nueva dimensión por la actitud cómplice del Gobierno.

Por lealtad a España, la reunión del pasado jueves en Barcelona nunca debió de celebrarse en los términos de bilateralidad que impuso Torra. Pero Pedro Sánchez no solo aceptó la afrenta formal de un encuentro inasumible para un presidente del Gobierno, sino que, a su conclusión, pactó una vergonzante declaración que pasaba por alto la Constitución como marco de convivencia, reconocía la existencia de un supuesto «conflicto» y, aún peor, ocultaba los términos de la negociación planteada por los separatistas, tan graves que por simple dignidad institucional debieran haber provocado la inmediata suspensión de aquella «cumbre». Nadie puede sorprenderse de las demandas de una trama golpista cuyos cabecillas van a ser juzgados por el Supremo. Lo que causa alarma y sonrojo son los secretos y las mentiras de un Ejecutivo cuya supervivencia representa una amenaza para los intereses de España. Empezando por los de Cataluña.