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su día a día en la cárcel de estremera

Prisiones «limpia» el módulo de Granados

Los reos más conflictivos han sido trasladados a otra zona. Los que se han quedado, incluido el «preso estrella», están en celdas individuales

Prisiones «limpia» el módulo de Granados jmnieto

M. J. ÁLVAREZ / TATIANA G. RIVAS

Como pez en el agua. Así se mueve Francisco Granados, de 50 años, por las instalaciones del módulo 3 de la prisión de Estremera. La misma que él inauguró el 15 de julio de 2008 y que ahora, ironías del destino, ocupa como inquilino. Eso sí, como un preso modelo.

Desde que el estallido de la operación Púnica –el pasado 27 de octubre– pusiera toda su vida patas arriba, y con ello, su imagen pública acabara en entredicho, el campechano Paco, como le llaman sus íntimos, no ha demudado el gesto ni ha perdido la sonrisa. Ni en Soto del Real, –adonde fue trasladado veinticuatro horas por orden del juez encargado del caso, Eloy Velasco, quien decretó prisión incondicional sin fianza–, ni en Madrid VII, su domicilio durante una larga temporada. Aterrizó el pasado 1 de noviembre.

«Yo no tenía que estar aquí», explicó a los otros reos cuando le preguntaron qué hacía un político como él –llegó a ser número tres en el Gobierno regional de Esperanza Aguirre entre 2008 y 2011 y el segundo del PP de Madrid– en un sitio como ese. «Yo no tengo nada que ver en todo eso», una justificación habitual entre los reclusos, quienes proclaman su inocencia a los cuatro vientos, precisan las fuentes consultadas por ABC . No tiene nada que ver, aunque el magistrado imputa al exsecretario general del PP ocho delitos: contra la Hacienda Pública, blanqueo de capitales, organización criminal, tráfico de influencias, cohecho, malversación, prevaricación y fraude.

A los dos días de su ingreso en el módulo 3, en el que están los presos preventivos, recibió una carta certificada del PP. Era de la Comisión de Derechos y Garantías. Contenía su baja en las filas populares. Siguió superentero y sin perder la sonrisa. Por mor de las circunstancias, cambió en horas su número de afiliado por otro: el de recluso, el de Identificación Sistemático (NIS), que le acompañará de por vida.

Uniformado e integrado

El «preso estrella» está tranquilo en su «chabolo» como se denomina en el argot a la celda. La suya, como la del resto, ocupa cuatro metros cuadrados. Tiene una mesa, un armario, un baño y dos literas.

Su integración es tal, que a la semana de llegar desterró su ropa de paisano y se calzó el uniforme del penal: unas zapatillas de deporte y un chándal, como el resto de los reclusos. Eso sí, de marca. Tan solo pasó una noche en el módulo de ingresos: la primera. Todo un récord. Al día siguiente, fue clasificado e hizo el petate rumbo a preventivos, en donde está solo en su celda. Tampoco se le aplicó el Programa de Prevención de Suicidios (PPS). Nada que ver con Alejandro de Pedro Llorca, el informático imputado en la misma trama de corrupción, interno en el mismo penal, quien permaneció varios días en la enfermería y no termina de levantar cabeza. Es la reacción del común de los mortales cuando está por primera vez en la sombra.

Granados, Francisco o Paco está perfectamente. Asume muy bien su papel y es un reo más. Hábil y carismático como pocos, sabe a quién arrimarse y de quién rodearse. Y lo ha hecho a un interno respetado, un líder con peso y entidad. Con ello, él se gana el respeto ajeno, indican fuentes cercanas a su entorno. Se las sabe todas. Es muy popular. Los personajes conocidos siempre lo son en el trullo.

Y ahora más. El director del centro ha «limpiado» el módulo. Ha sacado al 30% de los presos. Ha quitado a lo peor. A los más conflictivos. A esos que hacen que salten chispas. Y los que se han quedado gozan de un «chabolo» individual, un privilegio que antes solo tenía el 20%. Con lo cual reina la tranquilidad y hay más espacio.

Al parecer, días antes se desencadenó una trifulca y aunque no tuvo nada que ver con él, pues supo escabullirse enseguida, pudo ser la causa o la excusa para que se adoptara esa medida. Granados ya estaba solo en su habitación, en donde tiene una tele que puede ver cuanto desee por las noches. Ni él ni ninguno de los reos preventivos tienen obligación de apagar la luz una vez que tiene que encerrarse en la celda: a partir de las 20.30 horas.

Paseos, charlas y patio

Con su «preso-amigo» charla y da vueltas y vueltas por el patio, que se debe conocer a estas alturas ya como la palma de su mano. Impasible el ademán y muy seguro de sí mismo, mata las tediosas horas jugando con sus nuevos colegas. Primero fue al dominó, después al parchís y luego a las cartas. Tras cansarse de tirar a los dados –«con efectos especiales, como los buenos reos»–, sus colegas y él comenzaron a echar partidas con cartas de la baraja española. Ahora le dan al póquer, naipes con los que Granados se desenvuelve a la perfección entre todos esos tahúres. Listo como el hambre, Granados, Francisco o Paco, parece llevar toda la vida entre rejas.

Va a su bola. Se siente seguro. Sabe que no va tener problemas ni fuera ni dentro de la cárcel. Además, conoce al director de Estremera desde que fuera consejero de Interior. Si la prisión es tranquila, su módulo lo es más aún. La mayoría de sus compañeros están esperando a ser juzgados por delitos relacionados con el narcotráfico. También hay acusados por robo con violencia, pero nadie imputado por delitos de sangre. Son «cacos» de poca monta. Abundan los suramericanos, aunque también hay españoles, muchos de ellos, yonquis.

«Pegar la chapa»

«Lo que suele hacer alguien que nunca ha estado en prisión es dar palique a los funcionarios de turno. Es su perdición», explican otras fuentes.

Paco está en su papel. Lo ha asumido a la perfección. No ha perdido ni los nervios ni la sonrisa en ningún momento, insisten fuentes de su entorno. Ya ha ejercido su derecho a recibir visitas. Tuvo un vis a vis familiar o de convivencia. Acudieron su mujer, sus padres y su abogado. Fue al poco tiempo de llegar. Ocurre lo mismo con el íntimo, destinado a mantener relaciones sexuales. Lo tiene que pedir él y autorizarlo la Junta de Tratamiento.

En su módulo lleva meses Gao Ping, el empresario de origen chino detenido por la operación Emperador. Es el otro famoso. Granados pasa de él. Por lo visto el oriental se pasa el día limpiando. «Barre como nadie». Granados también.

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