ANÁLISIS
Vía libre, todo por hacer
Pachi Vázquez ha tardado en comprender su soledad. La soledad socialista en un momento donde las ambiciones, las dudas, los amagos, los enroques taimados abandonan al perdedor. Un paso al frente es lo que no ha habido. Sí, hace unos meses Gómez Besteiro, cuando reunió a cientos de militantes un día entero en el campus de Lugo abriendo diálogo y debate, limitado, aunque las bases están exhaustas y desilusionadas, dio al final ese paso.
Las cartas están boca arriba. Besteiro asumirá un reto por hacer, por hacer todo, sobre todo, su liderazgo. Aún no lo tiene. Que lo consiga o no dependerá de la actitud de sus propios correligionarios de partidos, sobre todo cierto frente sur.
Y lo hará en un momento de socialismo descendente y buscándose así mismo. Y tal vez menguante. Con 224.000 votos perdidos la noche del 21 de octubre y un en aquel momento no dimisionario secretario general gallego, el descenso a los infiernos volvía a hacerse manifiesto. La desafección que está sufriendo el partido socialista a nivel estatal, que sufrió en Galicia, en Cataluña, no menor que en el País Vasco donde gobernaban, anuncia un final definitivo de época, de formas, de liderazgos mínimos e inexistentes, de caudillismos personales que han destrozado el partido en luchas intestinas y viscerales. Acertó Pachi Vázquez cuando sentenció que el descenso alarmante del socialismo se debió a la pérdida de sintonía con la sociedad y sus problemas. Que hablen las bases, que propongan, que abran debates y propuestas.
Pachi Vázquez amagó, jugó a la duda buscando afectos y apoyos, se atrincheró y se equivocó al sufrir desaires y desafectos. No debió condicionar el futuro, y sobre todo una más que necesaria y urgente regeneración y revitalización del proyecto socialista en Galicia. Manifiesta lealtad a lo que venga, algo que él no tuvo, pues muchos de sus compañeros fueron todo menos honestos, leales, y amigos de Vázquez.
Algunos nos hemos cansado de aventurar que su final político llegaría la noche del 21 de octubre, pero también cuando ganó el congreso de marzo, más humillante y vergonzoso que otra cosa, tenía y debía presentarse a candidato. Se lo había ganado después de tres años de oposición aunque finalmente no hubiese primarias con adelanto electoral. Dice el refrán que para ciertos viajes no hacen falta alforjas, pero las que tuvo Vázquez no fueron las idóneas ni las mejores. Es cierto que algunos sí estuvieron a la altura, pocos, sobre todo cuando se otea en el horizonte que el futuro ya no está a la sombra de algunos árboles.
Cuanto antes se reencuentren los socialistas, antes serán capaces de ofrecer una alternativa creíble. ¿Podrá hacerlo Besteiro?, ¿será rehén y tributario de otros por mucho que él blasone que no?
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