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Alternativas al Vía Crucis

La historia explica lo que pasó y qué consecuencias tuvo, pero lamentablemente ha sido politizada para sustentar posiciones radicalizadas

joan carles valero

UNO de los problemas de la revisión histórica del nacionalismo más radical es la práctica imposibilidad de abrir un debate sobre los hechos. El discurso de la recreación del tricentenario de la Guerra de Sucesión está dominado por una interpretación condicionada por el apasionamiento y alejada del rigor historiográfico.

La multimillonaria inversión del Born persigue elevar a monumento a los caídos lo que es un pobre yacimiento de una parte de la Barcelona de principios del XVIII antes de ser arrasada por la guerra. La apuesta revela lo alejados que estamos de una visión crítica que huya de planteamientos unidireccionales que nada tienen que ver con el análisis de los hechos y a la interpretación de los mismos. La visión monolítica de la historia de los últimos 300 años no se cuestiona, tal vez por temor a que se vean los hilos que mueven la actual deriva política. Porque en Cataluña la historia es un elemento que sirve, no tanto para explicar el pasado, sino para justificar posiciones del presente, ideológicas y políticas, y eso ya no es historia, es otra cosa.

La historia explica lo que pasó y qué consecuencias tuvo, pero lamentablemente ha sido politizada para sustentar posiciones radicalizadas, lo que constituye un verdadero vía crucis para los catalanes partidarios de «enraonar». Al mismo tiempo que Barcelona inaugura el sepulcro de un calvario (el Born) como primera señal del vía crucis que recorreremos hacia la mítica fecha del 11 de septiembre de 2014; la segunda ciudad de Cataluña emprende mañana un ciclo de conferencias en el que un puñado de estudiosos de la historia, de esos que escudriñan legajos , ofrecerán el resultado de sus investigaciones intentando huir de la manipulación política. Joaquim Albareda, uno de los grandes especialistas de la Guerra de Sucesión y catedrático de la Universitat Pompeu Fabra, pronunciará mañana una conferencia en el Museo de L’Hospitalet para inaugurar la exposición sobre el Convenio que lleva el nombre de esta ciudad y que supuso en 1713 una oportunidad de paz rechazada por los austriacistas barceloneses, lo que derivó en el asedio de la ciudad.

A juicio de Roberto Fernández, catedrático de Historia Moderna y rector de la Universitat de Lleida, desde L’Hospitalet se erige una visión sustentada en tres condiciones básicas para un simposio: el rigor científico, la pluralidad de las interpretaciones y la libertad de pensamiento. Pilares de la libertad de creación intelectual que son básicos en la lucha de la civilización contra la barbarie y que constituye una grata alternativa al vía crucis independentista.

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