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Joaquín Oristrell

Oristrell se da un aire a Wilder por otra cosa más sencilla, porque sabe que sólo hay un modo de decir «la verdad» y que no te maten por ello, y es decirla de manera divertida

oti rodríguez marchante

Joaquín Oristrell no se parece a Billy Wilder porque sea guionista, director de cine o se le ocurran frases del tipo por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo. Oristrell se da un aire a Wilder por otra cosa más sencilla, porque sabe que sólo hay un modo de decir "la verdad" y que no te maten por ello, y es decirla de manera divertida. Aún recuerdo con perplejidad y admiración a aquellos montones de "tíos" mondándose de risa en las salas de cine mientras que se les llamaba guarros, salidos y pringados en "Todos los hombres sois iguales".

Oristrell ha colocado en el cine español tantas ideas graciosas y a la vez lacerantes que la imagen que se me ocurre para plasmarlas sería esos dientes de broma que bailan claqué si les das cuerda de una forma entre espeluznante y chistosa. Por eso, el hecho de que escriba una obra de teatro y que ahora se esté representando en el Poliorama solo puede ser una invitación a darle cuerda a los dientes y mirar cómo bailan sobre el escenario. "Tots fem comèdia" es un divertimento lleno de amargor, una sátira con el zumo de un limón exprimido en la trama, una ocurrencia wilderiana en la que vierte toda la mordacidad nostálgica alguien que sabe lo que es ser guionista, ser director y..., seguir en el intento.

Los personajes que lo explican están magníficamente interpretados por Jordi Bosch y Ferrán Rañé, el conglomerado perfecto del espíritu burlón del propio Oristrell, y los que lo desexplican son Peter Vives y Nausicaa Bonnin, en un duelo generacional que tiene la irresistible gracia de contar los pelos y señales del paso del tiempo, pero también todo el peso pasado, pesado, pisado, posado de la melancolía, del nunca jamás. Y "la verdad" que nos cuenta graciosamente Oristrell es que el tiempo, la vida, el cine nos orilla, una "verdad" que nos ofrece envuelta entre carcajadas y lucidez, pero también sutilmente empaquetada con la evidencia de lo contrario, la de un guionista y director de cine que, orillado, encuentra el centro del universo con una obra de teatro titulada "Tots fem comèdia".

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