La pereza de Madrid

Quién sabe, a lo mejor los dirigentes de los partidos que se dicen constitucionalistas les pasa como al zapatero de aquel célebre cuento de los hermanos Grimm. Igual andan convencidos de que unos duendes mágicos se encargarán de hacer su trabajo mientras ellos duermen a pierna suelta el sueño de los justo. A diferencia de los secesionistas, que si algo ya han dejado claro es que no están para cuentos. De ahí que empleen hasta el último minuto en la labor de convencer a los indecisos a favor de su causa. Todo lo que a un lado son bostezos al otro se convierte en elaborados y exhaustivos catálogos de persuasión.

Mientras los unos no despiertan de su modorra los otros no descansan de su activismo. De ahí que Mas y su gente hayan logrado inculcar a la mitad del censo dos imposibles metafísicos, a saber, que la independencia saldrá gratis y que con ella se ganará dinero. Frente a esa campaña de desinformación sistemática, socialistas y populares solo resultan capaces de levantar una muralla de tediosa abulia, de olímpica indiferencia frente a la batalla de los argumentos. ¿Cuánto tiempo más creen que pueden seguir sesteando?