Agustín Lázaro, gerente de Bodegas Iniesta, nuevo presidente del Albacete Balompié

El ya expresidente Aurelio Milla explicó que su renuncia se debe «por un problema muy importante» en su empresa y no porque «no hayamos podido cumplir las expectativas de la ampliación de capital». «No porque no haya conseguido el millón de euros que prometí ni por los retrasos en las nóminas o por la falta de acuerdo con el Ayuntamiento en el contencioso que tenemos ambas instituciones», amplió Milla.

Milla confirmó que también deja el Consejo de Administración en el que entró hace dos años de la mano del anterior presidente, Rafael Candel, cuya renuncia el pasado verano también derivó en que Milla tuviese que ocupar un puesto en el que «las circunstancias laborales me han empujado a salir», reiteró. El hasta ahora máximo dirigente del Albacete dio las gracias a «toda la ciudad de Albacete» y especialmente «a los empleados, quienes, a pesar de deberles tres meses, me han tratado estupendamente».

Asimismo, tuvo palabras de agradecimiento para la familia Iniesta, porque «nunca ha dejado de lado al Albacete», y en este punto recordó que «si alguna vez desaparece el club no será nunca culpa de ella». A su sustituto, Agustín Lázaro, del que destacó su carácter «responsable», su tenacidad y que «tiene las ideas claras», le deseó «lo mejor» y se puso a su disposición: «me tiene aquí para lo que él necesite porque aunque me aparte algo seguiré viniendo a ver los entrenamientos, a los partidos y es que esto me tiene enganchado», concluyó.

El nuevo máximo rector, Agustín Lázaro, reconoció que su principal prioridad es seguir negociando con grupos inversores para «solucionar el problema económico del Albacete». Confirmó que «después de no concretarse la primera línea, estamos ahora con una segunda, más potente, y cuya negociación está ligada a la imagen de Andrés Iniesta».

Precisamente, el padre del futbolista del Barcelona, José Antonio, fue rotundo al asegurar que el Albacete, entidad de la que su hijo es el máximo accionista y que está inmersa en una ampliación de capital de 3,7 millones de euros de la que sólo se han vendido 150.000, «no tiene futuro ninguno».

José Antonio Iniesta rechazó que la entidad albaceteña tuviera futuro, «al menos aquí, en la ciudad, hay que ser sinceros». «Estamos negociando con unos inversores y si aceptan comprar el club podríamos tener futuro», opinó.

«Yo estoy arriesgando mucho, pagándolo de mi bolsillo, aunque lo hago con ilusión por intentar dar viabilidad a un proyecto que es muy difícil», y sentenció: ¿Quién va a decir lo contrario? Eso, creo, lo vemos todos".

Dijo, además, que vinieron al club a ayudar; «yo no soy consejero y nos iremos cuando el Albacete no tenga solución», aclaró José Antonio, quien asumió que «coger ahora el club es un marrón como la catedral de Burgos».

El progenitor del futbolista del Barcelona reiteró que están negociando con distintos inversores porque su familia, por ahora, no puede hacer más. «Si tuviera 100 millones de euros se resolvían los problemas, pero no los tengo y no puedo hipotecar el trabajo de Andrés para toda su vida porque le tengo que dar cuentas a él cuando se retire», justificó José Antonio, quien ratificó que seguirán colaborando con el club tras recordar que, de no haberlo hecho en su día, «el Albacete no estaría hoy aquí».

«Este año el club no hubiera podido seguir sin nuestra ayuda, pero me comprometí a pagar las nóminas hasta el mes de diciembre a través de un crédito que tengo pocas opciones de cobrar, lo sé y lo asumí, pero entendí que tenía que ayudar otra vez al Albacete», explicó. En cuanto al resultado de la ampliación de capital, José Antonio Iniesta la definió como «una vergüenza» y añadió estar defraudado con distintas personas que han pasado por el club y que, a su juicio, no han mostrado nada de interés en este difícil momento.

«Aunque no sea justo decirlo, porque cada uno con su dinero hace lo que quiere, pero no es lícito que una persona que no puede pagar la hipoteca compre una acción y gente que haya gestionado esto mucho tiempo no tenga ni la vergüenza, por lo menos, de asomarse a la ventana», lamentó.