James Hewitt: confesiones de un «gentleman»

LONDRES. El turista que el pasado jueves se pusiera a contemplar el Canal 4 de la televisión británica se quedaría asombrado ante el programa dedicado a un tipo de mediana edad que no para de soltar palabras gruesas, que se emborracha como un cosaco, que trata mal a todo el que se le pone cerca, que insulta al Príncipe de Gales y cuyo nivel de inteligencia no parece superar en mucho al de una musaraña. Dado que este sujeto es James Hewitt, antiguo amante de la Princesa Diana, el turista se quedaría asombrado del nivel y esperaría al día siguiente un gran escándalo en la calle. Sin encontrarlo. Y es que los británicos saben de sobra que James Hewitt, antiguo capitán de algo, es un perfecto majadero, un tonto malo y mediocre cuyo único timbre de gloria es haber trepado a la cama de la más famosa entre las esposas tristes y solitarias. Hewitt, a quien se nos muestra ya algo mayor y baqueteado, conduciendo su Range Rover, pasando dos semanas en Gstaad y realizando todo tipo de actividades inútiles, admite que es un «Cad». Un sinvergüenza, vaya. Su elegancia le lleva a decir que «Carlos posiblemente estaba agradecido de que alguien se ocupara de su mujer mientras él se f... a Camilla». O a permitir que su abogado leyera parte de las cartas que le envió Diana y que él quiere vender sin encontrar comprador. Unas cartas, por cierto, donde la Princesa muestra una altura literario-emocional casi adolescente. El país se ha encogido de hombros. Hewitt, Spencer, Carlos, Al Fayed, Camilla, Diana... En realidad ya se ha dicho todo. «Confesiones de un sinvergüenza» fue sólo el recordatorio, entretenido por lo rastrero de su protagonista, de una historia que ya empieza a oler.