¿Derecho o negocio?
Treinta expertos han desfilado por la Subcomisión del Congreso que pretendía analizar la realidad del aborto en España. Con todos estos testimonios, una mente abierta sólo puede concluir que el aborto produce al menos dos víctimas, porque además de ser un atentado contra la vida de un ser indefenso, el aborto también es un mal para la mujer. Y éste no es un concepto ideológico, ni político, ni religioso, es una realidad objetiva y una verdad científica: universidades, ONG´s, médicos, mujeres destrozadas que han sufrido esa experiencia y hasta la misma ONU así lo entienden.
Querer convertir ese mal objetivo en un derecho sólo puede partir de planteamientos que niegan la realidad, ilustrados quizás por unas ideologías antiguas, que han demostrado a lo largo de la historia un desprecio enorme por la vida humana. Sólo desde esa tergiversada óptica se puede tratar de aprovechar los horrores descubiertos en las clínicas abortistas para reclamar una ley de plazos.
La doctora López Moratalla, experta científica que compareció en la subcomisión, nos explicó el síndrome postaborto, y aportó documentación que demuestra el sufrimiento y las secuelas físicas y psíquicas de esta intervención.
Esperanza Puente, víctima del aborto, corroboró estas afirmaciones, y nos relató cómo nadie se preocupa de informarles cuando se encuentran solas en la estresante circunstancia de un embarazo no deseado. Nadie les habla del sufrimiento que les va a producir.¿Se puede hablar de libertad cuando la mujer, en la mayoría de los casos, se encuentra presionada, asustada, sola, en una situación de absoluta debilidad, sin información suficiente, y se le ofrece como único camino el deshacerse de su hijo? ¿Por qué no se ponen medios para informar, asistir, atender y ayudar a las mujeres que se encuentran en este trance?
Frente a esta realidad de un mal objetivo, una ley de plazos no es la solución. Es un nuevo engaño vender a las mujeres como un derecho algo que se ha demostrado tan nocivo para ellas como letal para sus hijos. Pero el Grupo Socialista no ha querido escuchar los argumentos serios y rigurosos de los expertos. Todos ellos han concluido que el aborto es malo para la mujer y malo para su hijo. ¿A quién beneficia entonces? Sólo las clínicas abortistas han avalado las tesis de las izquierdas que, si alguna vez defendieron a los más débiles, desde luego hace tiempo que en este asunto dejaron de hacerlo para alinearse ahora, cínicamente, con un espeluznante negocio.
Diputada, Ponente del GPP en la subcomisión del aborto del Congreso de los Diputados
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