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«Kamikazes» de la inmigración en la frontera de Melilla

Las mafias lanzan coches sin control contra las vallas para colar subsaharianos

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CRUZ MORCILLO

A nado, en balsas de juguete, trepando por la valla metálica, ocultos en dobles fondos o entre los pedales de un vehículo... Cualquier método sirve a las mafias de la inmigración para explotar a sus víctimas y colarlas en Ceuta o Melilla como ganado a cambio de dinero. El último ensayo revela imaginación y desprecio en la misma medida. En tres días han lanzado dos coches cargados de subsaharianos en maniobras «kamikaze» y con ellos han reventado las vallas de la frontera, tanto marroquí como española. La peligrosa maniobra (hubo cinco heridos) ha provocado la reacción inmediata de ambos países y ha tenido un efecto impensable hasta hace poco. Rabat ha aceptado la devolución de estos inmigrantes (21 en total), en virtud del acuerdo de repatriación de inmigrantes de terceros países firmado hace veinte años y que hasta ahora no se había aplicado, tal y como recordó ayer el delegado del Gobierno en Melilla, Abdelmalik El Barkani.

Las imágenes de las cámaras oficiales atestiguan lo ocurrido. El primer asalto ocurrió la semana pasada poco antes de las doce de la noche en la aduana de Beni-Enzar. Un Mercedes, con placas de matrícula alemana dobladas, se acercó al control fronterizo por la parte marroquí; trataron de interceptarlo pero el vehículo se lo saltó. Los policías españoles fueron alertados e intentaron cerrar las puertas metálicas del paso; no tuvieron tiempo. El coche las arrancó de cuajo metiéndose en dirección contraria. A bordo del turismo iban once subsaharianos enlatados. La Guardia Civil los interceptó a unos 150 metros, ya en la Ciudad Autónoma.

El episodio se repitió el domingo a las 7.40 de la mañana, según fuentes de Interior, en el paso de Farhana. El mismo método, el mismo riesgo y la misma alocada carrera. Otros diez inmigrantes fueron interceptados en Melilla. A finales de enero hubo otro caso, el primero de la saga «kamikaze».

La preocupación es evidente. Vallas por los aires, agentes de dos países a la carrera, portalones arrancados de cuajo y cinco heridos (tres policías marroquíes y dos civiles). El delegado del Gobierno en Melilla se mostró ayer contundente. Se va a actuar «con firmeza» ante estas entradas violentas propiciadas por «las mafias de la inmigración», que ponen en riesgo vidas. La primera medida ha sido la devolución de estos inmigrantes, aceptada por Marruecos; la segunda, situar más obstáculos en los puestos fronterizos, consistentes en vallas de contención llamadas «New Jersey», situadas en zigzag, para impedir la entrada a la carrera de estos coches. En tercer lugar, se ha duplicado el número de agentes de la Brigada Policial de Respuestas a la Inmigración Clandestina, que pasa de 13 miembros a 24. El tránsito fronterizo ya se ha resentido. Ahora toca paciencia.

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