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La mujer del destituido director de Ideas dice que ella es Amy Martin
Zoe Alameda dice que ni Carlos Mulas lo sabía porque están separados. Anuncia que está a punto de publicar un libro en el que se anticipa la historia que está viviendo
El sainete en que se ha convertido el fraude cometido por el hasta ayer director de la fundación del PSOE Ideas, Carlos Mulas, parece no tener fin. Apenas veinticuatro horas después de que fuera destituido por simular ser durante tres años una columnista de nombre Amy Martin, que llegó a facturar a Ideas más de 50.000 euros entre 2009 y 2011 por diversos artículos, su esposa, Zoe Alameda, ha dicho esta mañana que Amy Martin es ella.
Alameda, que asegura estar separada «sentimental y físicamente» de Mulas, explica en un comunicado que el que fuera su marido contrató a Amy Martín sin saber que era un seudónimo tras el que se escondía su propia esposa. Zoe Alameda aprovecha para arremeter contra la «bola de furia» que se ha llevado por delante al que fue su marido y, de paso, para anunciar la inminente publicación de una obra suya, «Warla Alkman», cuya trama, curiosamente, remeda la historia que está viviendo.
Con una prosa afectada, la mujer subraya que creía «que la identidad de Amy estaba completamente blindada puesto que sólo la conocíamos yo y mi agente» y que «nadie tenía derecho a forzar» su confesión, aunque relata que una llamada del PSOE ayer la sacó de su error. «Ante las peticiones desde el PSOE de pruebas concluyentes identitarias que frenaran las informaciones acuciantes que cercaban a Carlos Mulas, comprendí la gravedad de la situación y decidí hablar con mi agente, la cual me recomendó que confesara que Amy Martin era un pseudónimo».
En tercera persona
Acerca de cómo se gestó su vínculo con Ideas, relata en tercera persona: «Amy fue enviando artículos que gustaron y recibió un contrato (en el que el Departamento de Comunicación de Ideas fijó las tarifas) y la petición de que emitiera facturas con IVA, algo imposible para una autora norteamericana. De ahí que mi agente literaria emitiera las facturas de los trabajos que yo estaba publicando con el pseudónimo inventado. A lo largo de los más de dos años en los que colaboré con Ideas, incluso mantuve conversaciones telefónicas con miembros de la Fundación en las que encarné a Amy Martin, y llegué a dotarle de rostro para ilustrar un libro en el cual ella participó de forma activa como analista político y como “negra” de algunos otros autores».
La autora concluye que esa colaboración fue unéxito porque «proporcionaba, en dos idiomas, un punto de vista peculiar sobre temas diversos y transculturales, lo cual permitía a la web de la Fundación ofrecer lecturas interesantes más allá de los temas exclusivamente nacionales» y que le hubiera gustado mantener a Amy Martin toda su vida.
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