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barcelona al día

Algo huele «Mas» mal

Algo huele mal cuando, al amparo de las leyes, el poder (autonómico) quiere saltárselas «sí o sí»

oti rodríguez marchante

Algo huele mal cuando Artur Mas le dice a Mariano Rajoy que tiene dos opciones, o aceptar el concierto económico para Cataluña que él impone o atenerse a las consecuencias. Aún en este clima tan manipulado que enrarece las relaciones de Cataluña con España, esa frase suena a amenaza de villano en película negra de serie B. Podría uno dudar de la exactitud de las palabras de Rajoy cuando desenmascaró en el Congreso el «talante» de Artur Mas de no ser por lo que ya es una evidencia general: que el presidente de la Generalitat ve su busto en mármol cuando se mira en el espejo, completamente cóncavo y que le han puesto delante los suyos y/o los medios de comunicación al «calor» oficial.

Algo huele mal cuando la eurodiputada socialista María Badía dimite tras denunciar en el Parlamento Europeo la posible intervención de las Fuerzas Armadas españolas en la Comunidad catalana, algo que su propio Partido atribuye a ese clima de fantasía hipnótica que mantiene a gran parte de la sociedad catalana mirando sin parpadear una mano del ilusionista mientras que en la otra, donde nadie mira, se gestiona el verdadero truco, llámese gestión, tramo impositivo autonómico, despilfarro, corrupción o recorte.

Algo huele mal cuando, al amparo de las leyes, el poder (autonómico) quiere saltárselas «sí o sí», y desde luego sin otro esfuerzo por informar y debatir que el de aprovecharse de unos sentimientos y de unas coyunturas que dan vergüenza desde un punto de vista auténticamente democrático, y mediante preguntas para tontos del tipo: «¿quiere que Cataluña sea un nuevo Estado de Europa?»..., algo tan lejano a lo real y de resultado tan torpón y falaz como si preguntara, «¿quiere ser el batería de los Rolling Stones en su próxima gira?». Algo tendría que decir Mike Jagger al respecto.

Y algo huele mal, pero que muy mal, cuando en el Camp Nou se ponen a gritar un revoltillo que suena a «in-de-pen-den-cia» en el minuto diecisiete y pico y, con el barullo y la «alegría», entra el gol del Celtic mientras que los futbolistas en el campo y los futboleros en la grada se preguntan, «pero, ¿qué dicen..., que ha metido otro el Valencia...?» Artur Mas quiere salir por la puerta sin abrir antes las ventanas.

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