el mentidero
La gran faena de Artur Mas
Artur Mas contribuyó decisivamente a la prohibición de las corridas en Cataluña, pero sabe torear como nadie. Con la bandera independentista a modo de muleta, capta la atención de un votante transversal mientras entra a matar con las tijeras de recortar sueldos y quirófanos. Soberbia faena la del presidente catalán, que cuenta con el inestimable apoyo de su cuadrilla, formada por miembros de Solidaritat que buscan el aplauso del público extranjero en los aeropuertos repartiendo octavillas sobre el sometimiento español. Al respetable foráneo siempre le ha gustado nuestro folklore y contempla curioso ese espectáculo patrio que le hace olvidar la tasa turística que se empezará a aplicar en Cataluña en noviembre.
Pero a partir de mañana. el ruedo se traslada al Parlamento catalán, donde el presidente catalán afronta el Debate de Política General sin tener que responder a demasiadas embestidas económicas sobre la deuda galopante, el paro desbocado o los ajustes venideros. Porque esa especie de debate sobre el estado de la nación (catalana) se convertirá precisamente en eso: en una nueva demostración de épica identitaria. El martes sabremos algo más del destino geográfico de Cataluña, pero no del futuro inmediato de sus habitantes. Si, como es previsible, el líder de CiU anuncia un anticipo electoral, los nacionalistas se ahorrarán la negociación de unos presupuestos que estaban llamados a convertirse en los más restrictivos de la historia, dada la asfixia financiera que sigue arrastrando la Generalitat.
El PP ya ha anunciado que no apoyará de nuevo al secesionista Mas, mientras que ERC, virtual nuevo socio de CiU en esa aventura separatista, siempre se ha negado a secundar los ajustes sociales que, por tres veces, ha aplicado CiU en sus casi dos años de gobierno. Impensable recurrir, por tanto, al PSC, al que sólo faltaba respaldar independentismo y recortes para acabar de hundirse en su propio infierno ideológico.
Ya no hay geometría variable que valga para acabar la legislatura, de ahí el deseo de agotarla ya, en plena ebullición soberanista. Pero más cornadas da el hambre, dijo una vez el Cordobés, y Mas se ha arrimado demasiado a un toro amansado a base de quimeras, que puede revolverse finalmente en las urnas cuando se percate de que la independencia no garantiza necesariamente su bienestar.
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