Presa del terror manchego

Los campos manchegos regresan al séptimo arte envueltos esta vez en una ola de misterio. Como si de un personaje más se tratara, una finca ejerce de potente escenario para desarrollar la historia de una mujer, interpretada por Paula Echevarría (‘Luz de domingo’, ‘Sangre de mayo’), que se refugia en el campo tras un parto prematuro. Poco más se puede desvelar de una cinta de intriga y suspense que lleva el título de «Vulnerables», y que ha sido rodada en el corazón de la Mancha, en diversos escenarios de Argamasilla de Alba y Tomelloso (Ciudad Real).

Su director, Miguel Cruz, curtido en televisión (‘Aída’, ‘Caiga quien caiga’), ofrece en su primer largometraje para la pantalla grande un relato surgido de su imaginación a partir de la historia real de una finca que él conoce personalmente. En la actualidad, Cruz se encuentra inmerso en los últimos detalles de la película, en fase de postproducción, y ha explicado a ABC, que «la finca manchega y las relaciones de la gente de esta tierra han servido de base para montar una historia de terror psicológico de sentimientos inquietantes». De esta manera, la austeridad de los paisajes y las construcciones típicas manchegas imprimen a la cinta una fotografía que impregna de misterio las pericias de una mujer perdida en el corazón de La Mancha. «Me habían contado una historia sobre esa finca y un guardia que trabajó allí, lo que me ha permitido dar rienda suelta a una ficción en la línea de ‘Los otros’ o ‘El resplandor’, donde el escenario elegido contribuye bastante al resultado final de este thriller rural», precisa Cruz.

El cineasta, que también es productor de la película, se muestra muy satisfecho con el resultado final de su primera película, de la que ultima su distribución. Anticipa que Paula Echevarría ha realizado «una interpretación impecable creando un personaje increíble», a raíz de experimentar el miedo en lugares donde es difícil pedir ayuda a pesar del eco que producen los llantos en medio del campo. Terrenos en los que cualquiera puede sentirse vulnerable y sin escapatoria. Así de solitarios son algunos páramos manchegos.