El PSOE disfraza de complacencia la pérdida de más de 650.000 votos
Rubalcaba declara inaugurado «un cambio de ciclo» con «líneas rojas» al PP

El PSOE ha sido derrotado en las elecciones de Andalucía perdiendo 654.831 votos con respecto a 2008, son los segundos peores resultados de su historia, pero el partido está de fiesta. José Antonio Griñán partiendo ayer una tarta en Sevilla y el secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, proclamando satisfacción y sonrisas en Madrid representaban ayer el mejor espejismo de una victoria sobreactuada: la de un socialismo de mayorías absolutas, al que hoy no le queda otra cosa que inflar el hecho de haber esquivado su hundimiento total.
«Hoy es un gran día para el PSOE. Hemos demostrado que somos un partido fuerte , un partido con el que siempre hay que contar y al que no se puede ignorar», era el mensaje de triunfo de Rubalcaba. Que en su primera valoración de las elecciones se apresuraba a ver un respaldo a su estrategia de «oposición útil», «el principio del camino» y a dar por estrenado «un cambio de ciclo político».
La clave de su feliz diagnóstico: que «el PSOE puede gobernar en los dos sitios (en Andalucía y en Asturias) y el PP es muy difícil que gobierne en ninguno de los dos sitios», y eso, según el secretario general, es porque andaluces y asturianos ya han empezando a castigar a Mariano Rajoy por «su particular ajuste de cuentas con el Estado del Bienestar» . «Tengo la impresión de que muchos ciudadanos le han dicho “por aquí no”, y le han puesto unas líneas rojas», recreaba Rubalcaba, dejando en segundo plano que, en el mejor de los casos, lo que esos mismos ciudadanos han otorgado a su partido son dos márgenes de apoyo agónicos para que pacte con IU.
Con sus 47 escaños en la mano, Griñán no ahorraba euforia y ayer alababa su «gesta». Anunciaba el comienzo de negociaciones con la coalición de Diego Valderas (12 diputados) justificando que «el pueblo andaluz ha dicho en las urnas que quiere un gobierno de izquierdas». Desde Ferraz, Rubalcaba bendecía por adelantado la alianza que mantendrá in extremis al PSOE al frente de la Junta, enfatizando que Griñán, —y también Javier Fernández en Asturias—, tiene «carta completamente libre para hacer lo que considere oportuno», y que en esa tarea contará con el apoyo de la Ejecutiva Federal.
La ceremonia de complacencia del día después incluía ayer por parte del líder de los socialistas esquivar toda sospecha sobre sus tensas relaciones presentes o futuras con Griñán , el dirigente que en el 38 congreso respaldó la candidatura contrincante de Carme Chacón y que, contra todo pronóstico, se ha convertido en el «barón» más fuerte del PSOE.
Rubalcaba aceptó nombrar al andaluz presidente del partido tras el cónclave sólo previa mediación de José Luis Rodríguez Zapatero y siempre pensando en estas elecciones del 25-M. Ayer se esforzó en decir que está «feliz» «como secretario general y como amigo» de Griñán, y por si sonó poco convincente, al final de su comparecencia, Rubalcaba respondió con un «estoy bien, me siento francamente bien, y se me nota» a una pregunta sobre si teme futuros movimientos procedentes del sur contra su poder en el PSOE.
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