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Laura, la rebelde de los Boyer

El ictus del exministro de Economía ha devuelto a la actualidad a la hija más indomable y perseguida del clan

beatriz cortázar

«La reflexión sobre mi falta de fe en el cristianismo junto con los polvos de mi amante budista me han hecho reflexionar sobre la poca importancia de los sentimientos en el marco sexual. Y he pensado que mientras me lo pase bien y no me metan en problemas, en el 2008 pienso acostarme con quien me apetezca. He dicho bien, mientras no me metan en problemas , y sí me den placer, risas y amistad». Con estas palabras la hija de Miguel Boyer y de la doctora Elena Arnedo, Laura, despedía el año en su blog «Literatura y Vida».

Divorciada dos veces, madre de dos hijos y rebelde primogénita del exministro de Economía, la enfermedad de su padre le ha devuelto a la actualidad tras unos años alejada del, para ella, inaguantable ruido mediático. Junto a su madre y hermano se la ha visto por la c línica Ruber para interesarse por su padre . En el interior de esos pasillos habrá coincidido con su hermana Ana Boyer Preysler y con la mismísima Isabel, con quien ha pasado muchas Nochebuenas en su casa de Puerta de Hierro.

Y es que la Navidad en casa de Isabel Preysler siempre ha sido una reunión de todo y de todos. Tanto sus cinco hijos como los de Miguel Boyer se han sentado en una mesa que también ha congregado a la madre y hermanas de Isabel . Por lo menos, así fue hasta la última Nochebuena, marcada por dos ausencias notables: Beatriz Preysler, fallecida el 1 de octubre de 2011, y Chábeli Iglesias que, con un embarazo de alto riesgo, optó por permanecer en Estados Unidos .

Pero ¿cómo es Laura Boyer? ¿Qué fue de aquella joven que se fue a vivir a Miami junto a su esposo, Luis Imedio, deseosa de disfrutar de un anonimato que perdió tras la boda de su padre con la reina del corazón? Durante un tiempo dejó muestra de sus inquietudes en un blog, en el que se podían leer cosas como «estoy harta de vivir la vida de mis padres, de mis jefes, de mi marido, de mis hijos. ¡Por favor, dejadme tener mi propia vida!». Mostraba sus quejas y pensamientos en internet, donde además se definía como una mujer ácrata, pagana y ecologista. También en la red publicaba poemas y cuentos infantiles, así como pensamientos budistas.

Princesa destronada

Durante su infancia, Laura fue el ojito derecho de Miguel Boyer y eso siempre la marcó; y más aún cuando, tiempo después, nació una nueva hermana (Ana), que se convirtió en la debilidad de su padre. El síndrome de princesa destronada no es fácil de digerir , de ahí que algunos amigos aseguren que ha tenido sus altibajos. Entre sus distintos amores, fue muy comentada la corta relación que tuvo con el playboy chileno Juan Cristóbal Foxley quien, en una entrevista, la calificó como «una neurótica» tras tres meses de «conocimiento mutuo».

Cuentan sus cercanos que a Laura le marcó la separación de sus padres a principios de los años 80. En esos convulsos años del romance Boyer-Preysler se dijo que el exministro tuvo su minuto de arrepentimiento antes de abandonar a su familia y que, preocupado por sus dos hijos, Laura y Miguel, a punto estuvo de regresar al hogar. Según relató el periodista José Luis Gutiérrez, esa intención apenas duró una noche: al día siguiente de volver a casa cual marido pródigo, se dio cuenta de que no podía vivir sin Isabel. Tuvo que afrontar ese cambio ante sus hijos y explicarles cómo las cosas iban a ser diferentes.

Para Laura Boyer la fama no fue un arma con la que divertirse. En su caso fue un martirio. Pero no sólo la que acarreaba por la relación de su padre con Isabel Preysler, sino, más aún, la que previamente había cosechado Miguel Boyer al convertirse en el superministro de Economía y Hacienda . De eso se ha quejado en sus pensamientos firmados y en sus charlas con amigos. Llegado el momento, incluso recriminó a sus padres que su final hubiera sido tan mediático y doloroso para una hija que era feliz admirando a un padre al que hoy contempla impotente, mientras lucha por salvar su vida en la UCI de la Clínica Ruber.

Laura sabe que esa dolencia «es lo peor que le podía pasar a Boyer», como repiten sus más cercanos. Un hombre inteligente, seguro de sí mismo, buen conversador y con gran capacidad de seducción, que emanaba poder y tumbaba a todos sus rivales. Las circunstancias actuales son la peor de sus pesadillas.

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