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Chinos ricos en fuga

La emigración ya no es solo cosa de pobres en China: el accesorio más codiciado por sus nuevos millonarios es un pasaporte extranjero

Chinos ricos en fuga P.M. DÍEZ

PABLO M. DÍEZ

Enriquecido al amparo del extraordinario crecimiento económico de China , el señor Wang es un promotor inmobiliario de éxito que ha amasado una fortuna de la nada, conduce un BMW 750 , vive en una mansión a las afueras de Pekín y viaja con su familia de vacaciones por el mundo entero. Cualquiera diría que lo tiene todo, pero justamente le falta lo que más ansía: un pasaporte extranjero, a ser posible de Estados Unidos o Canadá, desde donde resulta más difícil ser extraditado en caso de tener cuentas pendientes con la justicia china . A pesar del imparable progreso del gigante asiático y de sus prometedoras perspectivas de futuro, los chinos ricos solo piensan en hacer las maletas y marcharse al extranjero con el dinero que han atesorado en tres décadas de apertura al capitalismo. Después de EE.UU., que tiene 400 multimillonarios, China es ya el segundo país del mundo con más ricos.

En estos tiempos globalizados, la emigración ya no es un fenómeno que afecte únicamente a los pobres que huyen de sus países en busca de una vida mejor en el extranjero, sino también a los más potentados. Aunque, eso sí, por causas muy distintas.

Entre 20.000 chinos censados con al menos 11 millones de euros , el 27% se ha largado ya del país y el 47% se lo está pensando, según un reciente informe del China Merchants Bank y de la consultora americana Bain & Co. Además, los ricos chinos poseen más tres billones de yuanes (417.000 millones de euros) invertidos en el extranjero.

Ocultando su identidad con un nombre ficticio para ahorrarse problemas con el fisco, el señor Wang explica a ABC que los motivos para emigrar van desde el control político y la corrupción hasta la falta de libertades , pasando por la deficiente atención sanitaria y la inseguridad jurídica de la propiedad privada, ya que el suelo sigue perteneciendo al Estado. «También me preocupan la alarmante contaminación y la proliferación de escándalos alimentarios», apunta Li, quien además desea escapar de la «política del hijo único» impuesta por el régimen para controlar la superpoblación .

Junto a Estados Unidos, donde 68.000 chinos obtuvieron la residencia permanente el año pasado, Canadá es uno de los destinos preferidos por los nuevos ricos del «dragón rojo». Para lograr la ciudadanía en dicho país, su Gobierno venía exigiendo un patrimonio de 800.000 dólares canadienses (573.816 euros) y una inversión cifrada en al menos la mitad de ese dinero, pero la concesión de visados ha quedado paralizada mientras el Ejecutivo decide si dobla tal cantidad. Canadá no es el único país que, literalmente, «vende» sus visados. Reino Unido y EE.UU. también lo hacen, aunque exigiendo 740.000 y un millón de euros, respectivamente.

Sin haber cumplido todavía los 30 y aún en la Universidad, Sara Li conduce un Porsche que le ha comprado su padre gracias a sus negocios con el «ladrillo». Pero lo más preciado para ella no es su deportivo, sino su pasaporte canadiense. Aunque la ley china prohíbe la doble nacionalidad, su familia ha tirado de «guanxi» (contactos) al más alto nivel en el Partido Comunista para burlar la regulación vigente y asegurarse un exilio dorado en caso de que las cosas se pongan feas para los nuevos ricos de China. Y es que, con dinero en el petate, la dura vida del emigrante se hace más llevadera.

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