La ayuda de Pekín acerca el acuerdo para el fondo de rescate europeo
La UE eleva la capacidad de intervención a un billón, pero se atasca el diálogo con los bancos sobre la quita griega
La primera noticia de la cumbre europea de ayer es que no será la última. La principal interviniente, la canciller alemana Angela Merkel, advirtió a su llegada: «la reunión de hoy es ciertamente importante, todavía tenemos que resolver una buena serie de problemas; el trabajo aún no está hecho, pero creo que todos viajamos a Bruselas con el objetivo de hacer importantes avances, pero todavía sin terminar toda la tarea». Como había dicho poco antes ante el Bundestag la propia Merkel, «el mundo está mirando a Alemania y a Europa. Miran si estamos dispuestos y somos capaces de asumir nuestra responsabilidad en la hora de la crisis más grave desde el final de la II Guerra Mundial».
Después de todo, a pesar de la sucesión de cumbres de los presidentes y jefes de gobierno europeos, se diría que la más importante era la que se suspendió la semana pasada, entre la UE y China, puesto que el factor exterior se ha revelado como el principal elemento para construir el fondo de rescate (El Fondo Europeo de Estabilización Financiera, EFSF). Pekín ha acudido en auxilio de la economía europea y ha facilitado la aproximación de posturas entre los países de la zona euro. Después de prometerse que los esfuerzos propios serían suficientes para sacar a la moneda única del atasco, finalmente la ayuda de China ha sido recibida como un alivio.
Con la cuestión de la recapitalización bancaria decidida, 106.447 millones de euros, de los que España tendrá que aportar 16.161 millones, la discusión más intensa de ayer fue la de la valoración de la quita de la deuda griega y los medios para hacer que los bancos la acepten «voluntariamente». Según fuentes diplomáticas francesas, el presidente Nicolas Sarkozy y la canciller Merkel mantuvieron ayer conversaciones continuas con los representantes de los bancos para intentar persuadirles de que acepten que el valor de la deuda que compraron es inferior al 50% de lo que pensaban, para evitar que entren en juego los mecanismos de los seguros. Sin embargo, este era uno de los escollos más duros de salvar, ya que , según indicó Charles Dallara, director ejecutivo del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), que representa en las negociaciones del sector bancario, aún no se había producido ningún acercamiento.
El otro nudo gordiano es la consideración de lo que se ha dado en llamar «potencia de fuego» del EFSF para convencer a potenciales especuladores que dispone de fuerza para rescatar —llegado el caso— a economías de la dimensión de Italia o España. El mandato que le dio el Parlamento a la canciller es para que insista en utilizar el llamado apalancamiento, a través de nueva deuda, como medio de extender los recursos del EFSF. Para Alemania, «no hay soluciones fáciles» y por el momento «no veo otra opción sobre la mesa» que cumpla la condición según la cual la aportación alemana no puede pasar de los 211.000 millones.
A pesar de los temores que habían suscitado las discusiones previas en el seno de la coalición democristiano-liberal que sostiene al gobierno de Merkel, lo cierto es que la canciller obtuvo un apoyo masivo a sus posiciones para la cumbre, incluyendo el apoyo de la oposición socialdemócrata. Los votos negativos solo llegaron de la zona de la izquierda radical.
La mención de Merkel en su discurso parlamentario de ayer a la mejora de la situación de España ha sido bien recibida por Zapatero, que no dejó de comentárselo en la reunión de Bruselas, pero los analistas siguen fijándose más en el diferencial de la deuda que en las declaraciones políticas.
Hasta ahora, los responsables europeos casi aseguraban que podían recaudar suficiente dinero para el EFSF, pero desde que la propia Merkel empezó a hablar de que podrían necesitarse cifras «superiores al billón de euros» la cuestión aparece más complicada. Esta cifra, ya se daba por oficiosa , aunque será anunciada oficialmente una vez que se apruebe el texto final.
Francia, en zona de peligro
Pero si se trata de temores, el más delicado es el que sitúa a Francia entre los que podrían entrar en zona de peligro y necesitar la disuasión del EFSF, si se confirman las amenazas de que podría perder su calidad «triple A» en las agencias de calificación. Tal vez por ello, el presidente Nicolas Sarkozy ha hecho saber discretamente que va a llamar por teléfono hoy mismo al presidente chino Hu Jintao para dejar claro que está de acuerdo en que el gigante asiático participe en el mecanismo con el que los europeos pretenden impedir una propagación de la crisis de la deuda. El director del EFSF, Klaus Regling, viaja el viernes a Pekín y el sábado a Tokio para negociar la participación de estas dos economías en el mecanismo de protección del euro. La presidencia polaca ha confirmado que Berlusconi se ha limitado a entregar una carta de una quincena de páginas al presidente del Consejo, Herman van Rompuy y al de la Comisión José Manuel Durao Barroso, en la que le detallaba los planes de reforma de las pensiones acordados la víspera in extremis en el Parlamento italiano y que según Donald Tusk «han sido bien recibidos» al menos en la reunión a 27.
Roma aplaza su plan
Berlusconi promete que antes del 15 de noviembre presentará planes concretos que incentivarán el crecimiento, pero la situación política transalpina no parece haberse estabilizado. El presidente de la República, Giorgio Napolitano, que participó ayer en la apertura solemne del curso del Colegio de Europa de Brujas ya advirtió que estas medidas no serán suficientes y que los italianos deberán hacer todavía más ajustes.
La prueba de que la situación está lejos de estabilizarse es que ayer mismo, solo horas después del complicado pacto para retrasar la edad de la jubilación, el presidente de la Cámara, Gianfranco Fini, denunció en un programa de televisión que la mujer de Umberto Bossi —cabeza de la Liga Norte, la formación coaligada con Berlusconi y cuya resistencia al acuerdo ha puesto el Gobierno al borde de la dimisión—, se jubiló con sólo 39 años hace dos décadas. Las acusaciones han suscitado una guerra de declaraciones, e incluso algunos diputados italianos acabaron llegando a las manos. Un hecho que ilustra hasta qué punto la situación política del país es extremadamente grave.
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