El PSOE busca líder
Todos los nombres que se barajan para la sucesión son referencia de los gobiernos de Zapatero y corresponsables de la grave situación de España
EN menos de un día se ha comprobado que el PSOE está ya en la espiral de elegir candidato para 2012. Si la intención de Rodríguez Zapatero con su anuncio de no repetir candidatura y el deseo de los dirigentes socialistas que se la juegan el 22 de mayo era dejar expedito el camino para la campaña electoral de las municipales y autonómicas, salta a la vista que los acontecimientos van por otro lado. El PSOE ya está en primarias, mientras Zapatero empezaba ayer en Murcia su gira de despedida, recibiendo más apoyos ahora que ha dicho que se va que cuando jugaba con sus silencios. Los socialistas van a tener muy difícil sobreponer su discurso electoral a su crisis interna, y, en todo caso, les será imposible evitar que el foco de la opinión pública y de la oposición no se detenga en dos de los precandidatos conocidos, Alfredo Pérez Rubalcaba y Carme Chacón. Uno y otra están desde el sábado expuestos directamente a la política de desgaste del Partido Popular. Ambos son referencias de los gobiernos de Zapatero, han apoyado todas sus decisiones y tienen responsabilidad colegiada por la gestión de la crisis. Ninguno representa renovación al zapaterismo, sino dos de sus más fracasados proyectos, la alianza con el nacionalismo catalán y la negociación con ETA. Por eso, una vez que el PSOE termine la travesía del desierto a la que lo ha condenado Zapatero, lo mejor que le puede suceder a su candidato es que el presidente del Gobierno convoque elecciones anticipadas. Si no, desde septiembre hasta marzo de 2012, al candidato socialista, si es miembro del Gobierno, le espera pechar, más aún, con la continuidad de la crisis, la herencia de Zapatero y su identificación por los electores como más de lo mismo. La crisis empaña el futuro de cualquier candidato socialista.
La incógnita actual es si los planes de Zapatero son también los del PSOE. Para que lo fueran, Zapatero debería tener autoridad y control sobre el partido, lo que evidentemente no tiene. Por eso es posible, y aun probable, que, tras una derrota severa el 22 de mayo —no tanto por diferencia de votos como por pérdida de poder— lo que pueda empezar con unas primarias acabe con un congreso extraordinario, en el que, además de elegir candidato, se dé al PSOE una nueva estrategia, con un nuevo secretario general.
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