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OPINIÓN

Olé tu falso currículum

JOSÉ LUIS TORRÓ

SABIDO es que el papel —se decía de los periódicos— aguanta todo lo que le echen. Si lo que en él se redacta es un currículo, mucho más. Los ejemplos son abundante, sobre todo entre la clase política. Es mucha la picardía, petulancia y hasta flatulencia que no pocos de ellos atesoran. Paradojas de la vida y la crisis: mientras no son pocos los universitarios que con doctorado y master disimulan títulos, o directamente los omiten, porque para reponedor de supermercado no es necesario tanto diploma, no faltan cargos públicos que se apuntan méritos y licenciaturas de todo tipo y enjundia.

La última en ser pillada con un currículum inflado ha sido la vicepresidenta de la Generalitat de Cataluña. Joana Ortega, según su biografía oficial, era licenciada en Psicología. Parece que le faltan dos asignaturas. Descubierta la falsificación —a cuya difusión ha contribuido el entusiasta oreo que del caso ha hecho Josep Antoni Duran i Lleida— la quasi psicóloga ha pedido disculpas. Qué menos, pero sin que por su cabeza pasase ni remotamente la idea de dimitir, tal como a principios de mes sí hizo el ministro de Defensa alemán, Karl Theodor zu Guttenberg. Cierto es que el prometedor dirigente del partido de Ángela Merkel trató de zafarse del acoso de los medios tras descubrirse que había plagiado diversos párrafos de su tesis doctoral, pero acabó renunciando, con harto dolor de la cancillera, tras la rápida decisión de la Universidad de Bayreuth de retirar el título de doctor concedido al tramposo ministro.

Ni Joana Ortega es psicóloga, como tampoco Luis Roldán era ingeniero y economista, ni Carmen Chacón es doctora en derecho, o al menos no lo era cuando dijo serlo. ¿Y qué decir de Bernat Soria, el ínclito investigador elevado por Rodríguez Zapatero a la condición de ministro (en donde fue visto y no visto) y que se apuntó en su biografía —entre otros méritos tan numerosos como imaginarios— un decanato en la Facultad de Medicina de Valencia?

La lista de pillerías y pillos es larga. A unos, por lo general políticos, es la petulancia, el engreimiento, la pedantería y la vanidad lo que les anima a redactar verdaderas falsas biografías. En otras profesiones la falsificación obedece a delirios de grandeza que se contraponen a la vergüenza de no haber conseguido un título en la edad en que es de merecer. En Villajoyosa se dio años atrás el caso de quien dijo ser médico pese faltarle diversas asignaturas para la licenciatura. El escándalo que levantó su caso se vio amplificado por le hecho de que, al mismo tiempo, era el alcalde de la ciudad. Para ser alcalde no hace falta título. Como tampoco para ser ministro, como bien pueden demostrar varios de los nombrados por Rodríguez Zapatero, entre ellos José Blanco.

De Vilajoyosa nos llega otra manera de jugar con el currículum no menos interesada a como lo haya hecho cualquiera de los pillastres (y pillastras) mentados en estas mismas líneas. Herick Campos, diputado nacional del PSOE y ex secretario general de las Juventudes Socialistas, aspira a un puesto de funcionario en aquel ayuntamiento. Dado que su currículum no da mucho de si, ha considerado que el carné —el carné del PSOE— bien puede ser sustitutivo de una licenciatura. Rinconete y Cortadillo siguen reencarnados, generación tras generación, en el solar patrio. Ahora, de la España autonómica.

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