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«Di por perdidos a Albert y Roque, pero había que seguir», afirma el mediador

Mustafa Chafi relata a ABC cómo fueron las gestiones para liberar a los dos cooperantes

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luis de vega

El día del ataque franco-mauritano (el pasado 22 de julio) las posibilidades de sobrevivir para Albert y Roque eran nulas. Ese día los di por perdidos», explica a ABC Mustafa Uld Limam Chafi, el negociador que ha logrado la liberación de Vilalta y Pascual y que en marzo ya liberó a Alicia Gámez. Aquel día, Francia intentó recuperar al rehén Michel Germaneau, que finalmente fue degollado por los terroristas. «Hoy (por el lunes) ha sido el día más feliz».

Otro momento de tremenda dificultad fue salvar la vida de Albert Vilalta. «Los tres balazos lo dejaron grave y se salvó, gracias a Dios, porque no tuvo infecciones». «A la semana de empezar el secuestro ya le habíamos hecho llegar medicinas y antibióticos», recuerda el negociador.

Chafi —que asegura que «no he sido yo el que ha pagado el rescate»— ya mantuvo un encuentro con este corresponsal el pasado mes de mayo en Uagadugú con la condición de que no se publicarían sus declaraciones. El negociador emplazó a este periódico a la fecha en que hubiera terminado el secuestro de los dos españoles.

Lo esencial para salvarlos, repite varias veces, ha sido «conseguir que no fijaran un ultimátum sobre la vida de los rehenes» y que «las imágenes de vídeo de los secuestrados, que las tenemos los negociadores y el Gobierno español, no salieran a la luz porque eso es una gran humillación para ellos mismos y para todo el pueblo».

Chafi ha subido durante los nueve meses de secuestro al menos una docena de veces a los campamentos de Al Qaida del Magreb Islámico y en todas ellas negoció cara a cara con Mojtar Belmojtar, el responsable de la célula que retenía a los españoles.

Alaba la paciencia, dedicación y trabajo del Gobierno español y sus servicios secretos al mismo tiempo que bombardea a Mauritania, con su presidente Mohamed Uld Abdel Aziz, a la cabeza. «Han entorpecido las negociaciones», afirma, a pesar de que finalmente entregaron al secuestrador para ser cambiado por los españoles.

Coche, helicóptero y avión

La ruta seguida por Albert Vilalta y Roque Pascual camino de su liberación ha sido la misma que tomó su compañera Alicia Gámez el pasado 10 de marzo. En coche desde los confines del desierto malí donde se asientan las bases de los terroristas; en helicóptero desde la frontera de Burkina Faso hasta Uagadugú, capital de este país, y, finalmente, en avión oficial español desde el aeropuerto de esa ciudad hasta Barcelona. A bordo viajaron para recogerles, entre otros, las mujeres de Albert Vilalta y de Roque Pascual, como representantes de la familia, y la secretaria de Estado de Cooperación, Soraya Rodríguez. Al llegar a la capital de Brkina Fasso las víctimas tuvieron oportunidad de asearse y hablar con algunos familiares. Estaban en buen estado de salud.

«Los tres balazos dejaron a Vilalta grave. Se salvó porque no tuvo infecciones»

Como con Gámez, Mustafa Uld Limam Chafi ha sido el mismo negociador que ha abierto la puerta definitiva hacia la libertad a los dos voluntarios catalanes. Chafi ha tenido que desplegar sus mejores dotes durante arduos contactos y varios viajes a los campamentos de Al Qaida del Magreb Islámico (AQMI). Una de las pocas diferencias con lo que se produjo entonces fue que esta vez los dos rehenes fueron recibidos por el presidente de Burkina Faso, Blaise Compaoré.

Hasta pasadas las 13.00 horas, el Gobierno no quiso anunciar oficialmente que el cautiverio había terminado. La noticia saltó en la tarde del domingo, pero el Ejecutivo consideraba entonces que los peligros que acechan a cualquier extranjero en el norte de Malí podían llevar al traste la operación. El acuerdo para dejar libres a Vilalta y Pascual llevaba días cerrado, según reconocieron a ABC a mediados de la semana pasada fuentes españolas y mauritanas.

Se adelantó la noticia

El negociador había llegado bien avanzada la jornada del sábado a su destino, el lugar convenido por los yihadistas para hacerles entrega de los rehenes. Abandonado ese lugar en dirección sur a bordo de varios vehículos todoterreno se supo que Vilalta y Pascual ya no estaban en manos de sus captores.

Fue entonces cuando se dio a conocer la noticia, lo que enojó al Gobierno y a los miembros del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) que consideraban que era prematuro cantar victoria. A la caravana le quedaban por delante largos y peligrosos kilómetros hasta alcanzar la frontera de Burkina Faso.

La presión ejercida por las autoridades españolas sobre el presidente de Mauritania, Mohamed Uld Abdel Aziz, han sido, según fuentes cercanas a su Gobierno, fundamentales para que el mandatario accediera a sacar de la cárcel a Omar Saharaui para ser canjeado por los dos rehenes.La vuelta de Saharaui al desierto es una victoria para los terroristas de Al Qaida, que habían pedido su liberación.

Declararán ante el juez

El juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu tiene previsto tomar declaración a los tres cooperantes españoles una vez que los recién liberados Albert Vilalta y Roque Pascual se encuentren ya instalados en sus respectivos domicilios y haya disminuido la presión mediática propia de estos primeros días. Fuentes jurídicas señalaron que el magistrado aprovechará esta diligencia para ofrecerles la posibilidad de personarse en la causa como acusación particular.

Desde su apertura en diciembre, el magistrado ha optado por mantener esta investigación con absoluta reserva para no poner en peligro a los secuestrados. Prueba de ello es que pese a que la liberación de Alicia Gámez se produjo el 8 de marzo no ha sido hasta este momento cuando el juez, que ayer por la mañana todavía no tenía constancia «oficial» del fin del cautiverio, tome declaración también por primera vez a la víctima.

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