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Andalucía asusta al PSOE

PRETENDIENDO ser un congreso de renovación política y personal, el del PSOE andaluz ha sido una exhibición de lo más rancio y desfasado del socialismo español. Este ha sido el marco para el relevo de Manuel Chaves por José Antonio Griñán. Sólo relevo, que no cambio, porque Griñán no puede presentarse con credenciales nuevas ante la sociedad andaluza. Más allá de los ajustes internos en la estructura de la organización, Griñán no tiene margen para modificar las políticas socialistas en Andalucía, porque las representa en su esencia. La oferta del PSOE andaluz se mueve en parámetros muy limitados por los subsidios clientelares generalizados y por una administración pública paralela a la oficial, formada por empresas cuya fraudulenta existencia está reconocida por los Tribunales de Justicia. Después de treinta años ininterrumpidos de gobierno socialista, Andalucía es la líder del desempleo en España. Es un ejercicio de cinismo que los dirigentes del PSOE andaluz aún anden escudándose en «deudas históricas, que a estas alturas, si existen, ya no se deben más que a los balances de sus mandatos. La sociedad andaluza empieza a darse cuenta de que la política de subsidios es una gangrena para el desarrollo, que no conduce a la cohesión social y que, por el contrario, la ha desarmado ante una crisis económica que está actuando como reactivo de las carencias que el socialismo no ha sabido reparar en esa comunidad.

Por eso, el congreso del PSOE andaluz ha tenido que echar mano del pasado, llamando a Felipe González para que diera su bendición al nuevo líder y arengara a los fieles con un furibundo ataque a la Justicia, de la que, precisamente, González no debería tener queja alguna. Y, por supuesto, Rodríguez Zapatero intervino en la clausura para cargar contra el Partido Popular y pedirle diálogo, excusa para no explicar cómo es posible que Andalucía, donde nunca ha gobernado la derecha, tenga hoy parados casi al 25 por ciento de sus ciudadanos en condiciones de trabajar. Y, en efecto, muchos pensarán como Griñán que Zapatero ha devuelto a Andalucía lo que Aznar le quitó: el paro masivo. El trasfondo de esta crispación socialista con ataques a la Justicia y con agitación del fantasma de la derecha es la gran preocupación del PSOE por la voluntad de cambio que expresan los andaluces en las encuestas. Es poco probable que un alarde de tremendismo como el de este fin de semana sirva para recuperar el apoyo de unos ciudadanos cansados de tantos años de oír lo mismo que han vuelto a repetir Griñán, González y Zapatero.

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