cultura
Un elixir de amor inaugura la temporada primaveral del Rojas
Donizetti de La Mancha

La temporada de primavera del teatro de Rojas ha dado comienzo no en su sede habitual de la Plaza Mayor, sino en el auditorio del Palacio de Exposiciones «El Greco», en el Miradero, con un título indudablemente atractivo, la ópera cómica L'elisir d'amore, con música de Gaetano Donizetti y libreto de Felice Romani.
L’elisir d’amore no es una ópera bufa, sino una superación de esta, pues los personajes no son solo los graciosos que nos ofrecen risa fácil, sino que, además de con la comicidad, vienen cargados de sentimientos y nos muestran sus profundas emociones. Puramente cómico es solo el personaje Dulcamara.
La historia está ambientada en el idílico mundo del campo y en este lugar suceden las desventuras, más que aventuras, amorosas del campesino pobre, ingenuo y tímido Nemorino, que se enamora de la rica del pueblo, Adina, joven, además de pudiente, bastante caprichosilla, que demuestra total indiferencia a su vecino. Para que se desencadene la acción es preciso que pase algo singular; y esta singularidad vendrá con la llegada de un regimiento bajo el mando del Belcore, un sargento fanfarrón, al que acompaña un «enreda», el charlatán doctor Dulcamara, que vende una botella con lo que él cree elixir, que en el fondo es vino, que lo cura todo. El cándido Nemorino compra al charlatán ese «elixir de amor» para lograr el afecto de Adina. Los enredos se suceden y el final culmina una historia en la que los enamorados son felices, tras una serie de hechos que propicia muchas escenas interesantes para que los cantantes den lo mejor de su arte.
L’elisir d’amore ha sido un trabajo notable de Producciones Telón, con el apoyo de instituciones como la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha o el Ayuntamiento de Toledo, en el que han destacado las voces de los solistas.
Nemorino es a la vez el enamorado inocente y un personaje que precisa un especial equilibrio para moverse entre la comedia y el drama. El papel requiere un cantante con personalidad para transmitir ese delicado ir y venir de unas emociones a otras. Miguel Borrallo ha encarnado perfectamente con su voz, y menos con la dramaturgia que le han preparado y que le hacía quedar un tanto «pazzo», ese equilibrio que el personaje necesitaba y ha estado sobresaliente en las dos arias que son el verdadero eje conceptual de la obra, la que canta en su primera intervención, «Quanto è bella», y la celebérrima «Una furtiva lagrima», en la que ha estado superior.
En plena forma vocal y escénica se ha desenvuelto la soprano Ruth Iniesta en el papel de Adina. Con su voz sonora, fresca y ligera y unos fraseos bien cuidados ha interpretado a su personaje con facilidad, gracia y verosimilitud, estableciendo la evidente diferencia emocional entre la primera parte (el rechazo a Nemorino y el coqueteo con Belcore) y la segunda, en la que el amor triunfa.
Antonio Torres hace un Belcore potente con la fuerza de su voz y de su propia planta, tal vez demasiado para un personaje que ha de tener algún rasgo cómico sin necesidad de la grosería escenográfica de ponerle a mear contra la tapia del jardín.
Dulcamara, el verdadero gracioso de la obra, ha estado muy bien interpretado por Javier Galán, que ha combinado estupendamente su excelente voz con la dosis adecuada de humor e ironía propia del carácter del personaje.
El coro ha estado fino y ha crecido en la medida en que avanzaba la obra. La Orquesta Filarmónica de La Mancha, bajo la dirección equilibrada de Francisco Antonio Moya, ha cumplido a la perfección su cometido, siempre con la dificultad que conlleva la ausencia de foso de este escenario, lo que dificulta sobremanera la colocación de los músicos a la vez que provoca, en ocasiones una cortina musical que interfiere lo que se dice o se canta en la escena.
La escenografía de tinte almodovariano y colores chillones del vestuario quizá fue lo más flojo del espectáculo, con algún detalle evitable como esa saña con la que la protagonista arroja los libros desde un balcón.
La experiencia, en general, ha sido positiva y digna, pues todo no va a ser como las costosas superproducciones del Teatro Real. Con esa satisfacción cayó el telón a la par que los cálidos y merecidos aplausos del público que ocupaba algo más de las dos terceras partes del recinto.
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