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Dungeon Defenders, análisis

El género de los llamados "Tower Defense" sigue creciendo con propuestas cada vez más creativas y originales.

Dungeon Defenders, análisis

David Ortiz

El género de los llamados "Tower Defense" sigue creciendo con propuestas cada vez más creativas y originales. Es el caso de Dungeon Defenders , un título que toma los conceptos base de este subgénero de la estrategia en tiempo real y lo lleva un paso más allá. Este nuevo nivel de profundidad se consigue permitiendo al jugador sentirse parte directa de la acción, permitiéndole tomar parte directa en el combate.

Dungeon Defenders parte de una base muy sencilla, evitar que las hordas de enemigos atraviesen los diferentes mapas y destruyan los cristales de Eternia. Estos cristales, nuestro más preciado tesoro durante la partida, deben ser defendidos a toda costa. Para ello se presentan una serie de clases de personaje entre los que elegir a nuestro héroe, al más puro estilo de un RPG clásico. Cada uno de ellos tiene habilidades y trampas de diferente tipo, que puede situar en el escenario a modo de defensas.

Sencillez que engancha

Una vez tomadas las riendas del personaje y habituados a las trampas que cada uno de ellos puede colocar, el planteamiento es tremendamente sencillo. Cada fase está formada por una serie de oleadas de enemigos que aparecen desde varios puntos en cada mapa. Los enemigos avanzarán hasta los cristales para tratar de destruirlos y el papel del jugador es evitar que esto ocurra. Las defensas que cada jugador puede colocar impedirán que los monstruos vayan acercándose a los cristales, aunque el jugador toma aquí parte directa.

Dungeon Defenders permite al jugador controlar directamente al héroe y lo sitúa dentro del combate, permitiéndole mover el héroe por el mapa o atacar de forma activa a los enemigos. Mientras realiza esto, tendrá también que encargarse de reparar las defensas debilitadas o mejorarlas para que sean más efectivas. Acabar con las diferentes hordas de monstruos reporta puntos de maná, la moneda del juego. Este maná puede utilizarse para adquirir nuevos objetos para el héroe o para mejorar las capacidades de los ya equipados.

Mientras se combate, la experiencia del héroe irá aumentando, haciendo que gane niveles. Los aumentos de nivel traen consigo puntos de atributo, que el jugador puede distribuir como considere. Se puede focalizar en mejorar la eficiencia en combate del avatar o en conseguir mejores efectos con las trampas. Asimismo, cada héroe cuenta con un conjunto de objetos que puede equipar, y que pueden mejorar o empeorar estos atributos básicos.

Para gestionar todos estos objetos, la taberna del personaje se torna el punto de arranque de cada partida. Esta zona neutral permite acceder tranquilamente a la caja de objetos donde se almacenan todos los que el héroe va adquiriendo, al tiempo que sirve de punto de encuentro para las partidas multijugador. Los ítems pueden venderse para obtener maná, o guardarlos para cuando el personaje adquiera el nivel de experiencia suficiente para utilizarlos. Algo de agradecer es que en todo momento se indica si cada objeto es mejor o peor que el que se porta equipado actualmente en la ranura correspondiente.

Un sistema básico pero tremendamente divertido

La clave de Dungeon Defenders es ofrecer una base simple y un alto grado de diversión cuando se juega en grupo. El título está planteado para contemplar hasta cuatro héroes simultáneos, con el aumento de dificultad que ello supone en cada oleada de enemigos. Cuando el grupo está completo, la cantidad de monstruos que van apareciendo es digna de consideración, y el trabajo en equipo se vuelve indispensable. En solitario, la dificultad está bien escalada, ofreciendo retos progresivos según sea el nivel del héroe y el grado de dificultad escogido para cada mapa.

Cada jugador puede elegir enfocar su comportamiento como prefiera, bien atacando directamente, bien dejando que las defensas y sus compañeros se encarguen directamente de los enemigos. Aún así, en ciertos momentos se plantean situaciones en las que hay que actuar directamente, como la aparición de enemigos fuera de lo común o jefes de gran tamaño. De nuevo, el trabajo en grupo es esencial y la coordinación a la hora de situar trampas y defensas se hace necesaria.

Para todos los públicos

Dungeon Defenders es un juego apto para todo tipo de públicos, es desenfadado y su alto componente táctico resulta ideal para los más jóvenes. Para aquellos que se lo toman muy en serio, los niveles de dificultad elevados suponen un reto considerable. Pese a su aparente simplicidad, el juego se complica exponencialmente según el personaje sube de nivel y se pueden acceder a mapas más enrevesados y desafíos de todo tipo. Se trata de un juego que absorbe horas rápidamente, aunque en sesiones largas puede resultar algo repetitivo.

Técnicamente es un título que saca buen partido del Unreal Engine 3 sobre el que se basa. Es muy colorido y el diseño de los personajes tiene un toque cartoon muy adecuado. Los modelos están muy bien animados y el juego resulta gráficamente muy escalable, adaptándose bien a equipos modestos. La banda sonora cumple con su cometido sin despuntar, pero la traducción al castellano flojea de forma desmesurada. Dungeon Defenders tiene, probablemente, unas de las peores localizaciones al castellano que hemos visto recientemente. Términos que no encajan en contexto ni significado y palabras fuera de lugar parecen indicar que se ha realizado de forma automática, sin tener en cuenta ningún otro criterio.

En conjunto, se trata de un producto muy pulido pese a sus detalles negativos , aunque por suerte sus virtudes sobresalen por encima de estos. Para disfrutar en compañía, es uno de las mejores propuestas del año y en solitario se convierte en un entretenido juego de acción y estrategia. Un título simple en apariencia, pero que ofrece una gran cantidad de horas de juego y una relación calidad-precio muy elevada.

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