icónica santalucía sevilla fest

Maná consigue rayar el sol en la noche de Sevilla

La banda mexicana regresa a la capital hispalense casi dos décadas después en un multitudinario concierto que contó con las actuaciones previas de Airbag y Duncan Dhu

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Un instante del concierto de Maná en la Plaza de España Manuel Olmedo

Es evidente que a la ciudad de Sevilla la buscan demasiados y que la pretenden cantidad. Los integrantes de Maná no son una excepción e, incapaces de resistirse a los encantos de la capital hispalense, hicieron todo lo que estuvo en su mano para meterse en el bolsillo al público que los esperaba impaciente en la plaza de España en una mágica noche de domingo. Lo cierto es que tampoco les costó mucho, ya que el concierto de la banda mexicana constituía una de las citas más anheladas y de mayor renombre de esta edición de Icónica Santalucía Sevilla Fest, festival del que ABC es patrocinador.

Antes de eso, la plaza vibró con la actuación del grupo argentino Airbag y, cuando ya comenzaba a caer la tarde, de Ducan Dhu en la nostálgica gira que celebra los 40 años del grupo. El icónico Mikel Erentxun, ataviado con chalequillo y sombrero negro, hizo que los abanicos que combatían el calor en la pista se agitasen al son de su guitarra. Sonaron clásicos como 'Una calle de París', 'Esos ojos negros' o 'Jardín de rosas', que corearon especialmente los más veteranos del público.

Ni las canas imposibles de ocultar bajo el sombrero del cantautor afincado en San Sebastián ni los goterones de sudor que hacía la mitad del concierto comenzaron a resbalar por su rostro eran obstáculo para que llenase de vitalidad el gran escenario de Icónica, por el que este año han pasado artistas tan multitudinarios como Leiva o Justin Timberlake, y que Duncan Dhu puso boca abajo con sus míticos 'Cien gaviotas' y 'En algún lugar' antes de marcharse.

Galería.

No estuvo menos abarrotada de sevillanos y foráneos la noche protagonizada por Maná. El célebre grupo, cercano a alcanzar también los cuarenta años de carrera, consiguió congregar en torno a 17.000 personas en el primer domingo del verano hispalense, aupándose al podio de las noches con mayor taquilla del festival boutique en 2025.

Nada menos que 18 años, toda una mayoría de edad, habían pasado desde el último concierto de Maná en la capital hispalense, en el que por entonces aún era el Estadio Olímpico de la Cartuja. Es demasiado tiempo, lo que explica las largas colas para acceder al recinto, los gritos de emoción en los instantes previos al concierto y cómo la plaza de España estalló de júbilo en cuanto se comenzó a cantar aquello de «Es una hechicera, una seductora». «¡Y es sevillana!», aseguró Fher Olvera, el vocalista, despertando los aplausos de todos los presentes. Las referencias a la ciudad dentro de la letra de las canciones no cesaron: «¿Quién te hará el amor aquí en Sevilla?». Sabían de sobra cómo tener a todo el mundo comiendo de su mano, que adoraban a los miembros de la banda más que nunca.

Las palabras de presentación fueron una declaración de amor en toda regla: «¡Qué emoción estar en esta ciudad de Sevilla y en un lugar histórico como este! Es uno de los lugares más hermosos en los que hemos tocado en nuestra carrera de treinta y tantos años. Queremos un chingo a todos los andaluces». Entonces sonó 'Corazón espinado' y a toda la plaza de España le dolió el amor mientras cantaba a pleno pulmón ante el impresionante despliegue instrumental de los mexicanos.

Cerveza en mano, mimetizándose bien con la cultura de la tierra, Olvera confesó haber deseado siempre viajar a Europa y conocer España y celebró estar en Sevilla. Acto seguido, se bebió de un buche la cerveza y dedicó el clásico tema 'Mariposa traicionera' a todas las mujeres sevillanas e hispanoamericanas, con abultada presencia en el espectáculo.

Sí allá por los alrededores del Arco hubo quien este fin de semana, por desgracia, lloró todo un río, en la plaza de España todo eran son sonrisas, saltos de emoción y alegría desbordada. Una canción tras otra, el nivel de adrenalina no hacía más que subir y subir. Nadie lloró un mar, pero desde la pista y la grada se hizo la ola en repetidas ocasiones. Incluso pareció por momentos que Freddie Mercury se apareció en Sevilla cuando todo el público repitió los 'eos' del vocalista, que también tuvo tiempo para defender a Palestina, hacer una arenga pacifista y criticar a Donald Trump y su política migratoria mientras cantaba un tema de Bob Marley.

Lo cierto es que un grupo como Maná puede hacer lo que quiera sobre el escenario. Su trayectoria habla por sí sola: 133 discos de oro, 256 discos de platino, cuatro premios Grammy y nueve Grammy Latinos... y el cariño desenfrenado de tanta gente, que es tanto o más importante. Los más de cinco minutos del batería en solitario retumbaron desde el parque de María Luisa casi hasta Sevilla Este. Los gritos de «torero», también.

Olvera hizo una videollamada con su hijo Salvador para mostrale «uno de los lugares más bonitos del mundo» antes de ponerse tierno para cantar 'Eres mi religión' con la presencia de un enorme elefante sobre el escenario. Después vinieron 'Vivir sin aire' y 'En el muelle de San Blas'. Las gargantas llegaron ya renqueantes al célebre 'Labios compartidos' pasada la medianoche, y cuando llegó la intensa despedida con 'Clavado en un bar', Sevilla había alcanzado el estado de afonía... y el de felicidad.

Fueron muchas emociones concentradas en algo menos de dos horas. Sólo Maná podía ser capaz de lograr lo inimaginable en una noche como la del 22 de junio en Icónica. La banda mexicana consiguió, casi veinte años después, hacer realidad quimeras como la de llenar de miles de puntos de luz la plaza de España y rayar el sol aun siendo ya noche cerrada en la capital hispalense.

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