patrimonio
El agua, origen y enemigo del Acueducto
Comienzan las obras para combatir las humedades, las filtraciones y los daños provocados por las palomas en el bimilenario monumento segoviano

El agua, origen y enemigo del Acueducto
El agua, el elemento que alumbró su vida es también ahora uno de los principales enemigos del Acueducto de Segovia. Concebido hace más de dos mil años para arribar el líquido elemento a la ciudad desde la vecina sierra de Guadarrama, las filtraciones que lloran por la piedra tienen en jaque el estado de salud de la bimilenaria obra de ingeniería romana. Intentar paliar sus perniciosos daños es el objetivo de las nuevas obras de conservación y mantenimiento iniciadas ayer, que también buscan poner coto al «negativo» impacto de otro hijo de la naturaleza: los nidos y excrementos de las palomas que aprovechan los huecos entre las piedras para instalarse.
Son unos trabajos menores comparados con los de la última gran restauración, acometida entre 1992 -cuando se prohibió el paso de vehículos bajo los arcos centrales por los que durante años cruzaron coches, autobuses y camiones para salvar esa muralla que divide en dos la ciudad- y 2000 y que supuso una inversión de seis millones de euros, pero de vital importancia para frenar el gota a gota de ese continuo deterioro y ayudar a mantener en pie el monumento, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1985 y Monumento Nacional 1884 por Alfonso XII. Precisamente una de las actuaciones ejecutadas en esa rehabilitación está detrás de uno de esos males que ahora se quieren remediar. Se trata del canal de plomo colocado por donde antaño circulaba el agua, pensando también en que algún día pudiese hacerlo de nuevo.
Pero nada más lejos de la realidad. Ahora está deteriorado, acumula suciedad y, en lugar de canalizar el líquido, se ha convertido en una especie de «chubasquero» que hace que «el Acueducto no transpire» y «retenga el agua» que se cuela entre el canal y la piedra. Así que el fluido busca una vía de escape monumento abajo, provocando filtraciones y «manchas de salitre» que hicieron saltar «las alarmas», apunta Julio Barbero, de la empresa de artesanos de la restauración castellano y leonesa del mismo nombre que se encarga del minucioso trabajo.
La primera labor será quitar el pesado canal de plomo colocado sin clavar en la piedra. Después, retirar el mortero deteriorado y sustituirlo por uno nuevo tratando de imitar al máximo la inigualable calidad de los romanos. Se hará con cal hidráulica traída desde Saint Astier (Francia), ya que «es la mejor». Se hará un revoque de «liso bruñido para hacerlo más poroso y que transpire», explica Barbero. Una operación que también servirá para «descargar de peso» al anciano monumento, ya que se calcula que se emplearán unos cinco kilos de cal por cada metro, mientras que el canal de plomo pesa unos 20 kilos para la misma distancia.
Tres meses de trabajos
La protección del Acueducto obliga a ser meticulosos en los trabajos. Por razón de coste no se cubrirá toda la zona de andamios, sino sólo para acceder y luego será un operario el que, con una carretilla llevará por el canal -de 50 centímetros de profundidad, 30 de anchura y otros ochenta a cada lado de sillares- unos 20 kilos en cada carga.
Por el momento, atiendo a «prioridades» y a presupuesto disponible -30.000 euros para los dos proyectos, financiados por Bankia tras un acuerdo firmado con el Ayuntamiento de Segovia el pasado mes de marzo- en esta fase se actuará sobre unos 600 metros, la parte más deteriorada. Corresponde con los arcos mandados reconstruir por los Reyes Católicos en el siglo XV tras ser destruidos por los árabes en el XI (entre el desarenador de San Gabriel y la plaza de Díaz Sanz) y la parte restaurada en el XIX, en el Postigo del Consuelo, donde el Acueducto se junta con la muralla. Quedan para otro momento con más financiación los 200 metros de la parte central, la originaria de hace dos mil años, donde los pilares se llegan a elevar hasta rozar los 28 metros, y la que mejor aguanta gracias a la pericia de la ingeniería romana que unió y levantó sin argamasa las piedras de granito.
Por otra parte, a lo largo de estos tres meses, se actuará contra otros de los enemigos del Acueducto, las palomas, declaradas «non gratas». La empresa Graciano Pancieri se encargará de estos trabajos, que consistirán en tapar con pequeños trozos de granito esas oquedades, retirar corrosivos los excrementos y desinfectar y limpiar la zona.
La actuación se acomete después de casi diez años de trámites, una vez que ha dado el visto bueno la Comisión de Patrimonio de la Junta de Castilla y León, con quien el Ayuntamiento ultima un plan de gestión que prevén esté listo antes de que acabe el año, según señaló ayer en la visita a los trabajos la concejala de Patrimonio, Claudia de Santos.
Ver comentarios