Kim Jong-un declara el «estado de guerra» con Corea del Sur
Aunque ambos países se hallan en armas desde el final de la guerra hace 60 años, cualquier pequeño incidente puede desencadenar un conflicto

Corea del Norte ha declarado este sábado el «estado de guerra» con el Sur. En realidad, se trata de una nueva provocación porque ambos países se hallan en armas desde el final de la contienda de Corea (1950-53), que no acabó firmándose un tratado de paz, sino un armisticio que el régimen dirigido por Kim Jong-un anuló el pasado 11 de marzo . Pero el anuncio eleva aún más la tensión en una zona fuertemente armada que vive cada día amenazas militares y donde cualquier pequeño incidente puede desatar una guerra. Un grave riesgo por las maniobras conjuntas que están llevando a cabo los Ejércitos de Corea del Sur y Estados Unidos, a las que Pyongyang ha respondido con unos ejercicios militares a escala nacional al considerarlas un simulacro de invasión.
«A partir de ahora, las relaciones intercoreanas entran en un estado de guerra y todos los asuntos entre las dos Coreas serán resueltos según un protocolo acorde con tiempos de guerra», proclamó, con su belicosidad habitual, la agencia estatal KCNA. Su comunicado asegura que «la larga situación de la Península Coreana, que no está ni en paz ni en guerra, se ha acabado», y advierte a Corea del Sur y EE.UU. de que cualquier provocación puede «desencadenar un conflicto total y una guerra nuclear».
Intentando calmar a su población, el Ministerio de Defensa surcoreano insistió en que la amenaza «no es realmente nueva» y añadió que no había detectado movimientos inusuales de tropas en la frontera del Paralelo 38 , a sólo 50 kilómetros de Seúl.
Retórica belicosa
Según informa la agencia France Presse, la Casa Blanca se está tomando «seriamente» el anuncio efectuado por el régimen estalinista de Pyongyang. «Corea del Norte tiene una larga historia de retórica belicosa y amenazas y el anuncio de hoy sigue ese patrón familiar», señaló la portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, Caitlin Hayden.
Después de que el Pentágono enviara el jueves dos bombarderos invisibles B-2 a las maniobras conjuntas con el Ejército surcoreano, el joven dictador de Corea del Norte, Kim Jong-un, ordenó colocar sus misiles en alerta y proclamó que había llegado «el momento de ajustar cuentas con los imperialistas de EE.UU.» Las fotos distribuidas por la agencia KCNA muestran a Kim Jong-un y sus generales en una sala de mando, en cuya pared se ve un mapa con el plan de ataque a cuatro ciudades estadounidenses: Honolulu, Austin, San Diego y Washington. Conociendo al régimen norcoreano, parece tratarse de una imagen meramente propagandística para meter miedo más que de un descuido.
En teoría, la declaración del estado de guerra es el primer paso para abrir las hostilidades, pero los expertos dudan de que Corea del Norte se atreva a atacar al Sur o a objetivos de EE.UU. porque sería una acción suicida. «Ninguna de las Coreas quiere la guerra, y menos el Sur para no perder su prosperidad económica, pero es posible que ocurra algún incidente como el de la isla de Yeongpyeong», analiza para ABC Kim Tae-woo, director del Instituto de Corea para la Unificación Nacional (KINU). En noviembre de 2010, unos ejercicios de tiro acabaron con el bombardeo de dicha isla surcoreana, en el que murieron dos civiles y dos soldados. En marzo de ese mismo año, 46 marineros de la Armada surcoreana perecieron al hundirse la corbeta «Cheonan». Tras una investigación que duró varios meses, Seúl atribuyó el naufragio a un torpedo de Corea del Norte, que siempre ha negado su responsabilidad.
En aquellos momentos, el Ejército de Corea del Sur se contuvo y no respondió de forma contundente, pero las tornas podrían haber cambiado. «La mayoría de los surcoreanos piensa que, si hay una provocación militar, la represalia debe ser proporcionada. Si Corea del Norte nos ataca, podemos golpearles. Si Corea del Norte abre fuego sobre Seúl, lanzamos misiles a Pyongyang», alerta el experto Kim Tae-woo. En su opinión, Kim Jong-un es más peligroso que su padre, el «Querido Líder» Kim Jong-il, porque «había esperanzas de cambio cuando tomó el poder, pero está crecido por el éxito de su último ensayo nuclear y sigue las directrices del ala dura del Ejército para lograr la unión interna y reforzar su poder».
Forzar negociaciones
Con todas estas provocaciones, Corea del Norte pretende forzar las negociaciones con la Administración Obama para conseguir reconocimiento diplomático, petróleo y ayuda humanitaria a cambio de su desarme. Coincidiendo con el 60 aniversario del fin de la guerra, que se conmemora en julio, para la propaganda norcoreana sería además un triunfo que EE.UU. se aviniese por fin a firmar un tratado de paz.
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