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ABC Cultural

Arriaga, o el pseudónimo de Iñárritu

Arriaga, o el pseudónimo de Iñárritu

Ayer se resolvía una de las ecuaciones más interesantes del último cine: el porcentaje que de las películas de González Iñarritu le pertenece al que fue su guionista, Guillermo Arriaga... El desacuerdo en esa proporción de autoría los llevó a separarse, y ayer se presentaba aquí el guionista Arriaga con su primera película como director, «The burning plain», que es puritita de Iñárritu hasta el punto de que resolvía por completo esa ecuación, pero al tiempo proponía otras nuevas: ya sabemos que Arriaga puede hacer solo las películas de Iñárritu, ahora falta saber si Iñarritu puede hacer también solo las películas de Arriaga... El acontecimiento visual del día era, lógicamente, Charlize Theron, la protagonista del puzzle de Arriaga, aunque el acontecimiento más curioso era otro: una película «española» dirigida por el chino Jia Zhang-Ke, titulada a lo Justin Timberlake «Cry me a river» y que es tan bonita y melodramática como previene el título (llórame un río). Es un cortometraje y lo coproduce el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, que lo proyectará dentro de su exposición «En la ciudad china». Lo de Jia Zhang-Ke es un limpio ejercicio de nostalgia ensartada, como una brocheta y como siempre, por el peso del paisaje, con la vida de sus cuatro personajes flotando en el río que atraviesa la ciudad... En un museo de Barcelona se verá raro, curioso, original, que es de lo que se trata.

«The burning plain» es una buena enchilada de sentimientos, personajes, tiempo, lugares, dramas y cabos sueltos al estilo de «Babel» o «21 gramos»..., se avanza con sigilo por una historia entrecortada, que cubre épocas distintas, que solapa presente y pasado, que aproxima sentimientos y culpas lejanas y que consigue constante intriga y produce hambre de resolución. Hay a quienes estas estructuras entrecortadas les molestan; aquellos a los que no les ocurra esto, disfrutarán con este dramón a píldoras en el que Charlize Theron sólo tiene escenas dramáticamente extremas y en el que la historia (una vez resuelta por el guión barajado) te avinagra el desayuno con tanto amor cruzado y tanta vida rota. Kim Bassinger y Joaquim De Almeida también tienen sólo grandes y extremas escenas... Se subrayan las obsesiones habituales de Iñárritu, o de Arriaga, en esa zona de frontera en todos los sentidos, también el geográfico... Todo es frontera, la infancia, la infidelidad, la venganza, la muerte, el castigo, la culpa, el sexo... En resumen: yo que Iñárritu haría pronto una película en «mi» frontera.

Toques fantasmagóricos

Otro título que salió ayer a la palestra de la competición fue «Inju. La bestia en la sombra», de Barbet Schroeder, una especie de intriga de serie B, con toques fantasmagóricos, que transcurre en Japón. El protagonista es un escritor francés (el impotable Benoit Magimel) que se enfrenta a un gigantesco enigma: la identidad del oscuro, anónimo y brutal Shundei Oe, que escribe libros de crímenes como si los cometiera él. Tal vez esto suene bien, pero a medida que se va viendo la película, empieza a empequeñecerse ese supuesto enigma y a desmoronarse todo el chiringuito argumental, y hacia la mitad, más o menos, hasta el espectador más candoroso ha descubierto ya el gran misterio sin recibir siquiera un premio a cambio. Bueno, a no ser que se considere un premio que abran las puertas para salir de allí.

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