MÚSICAS PARA DON QUIJOTE
ANTONIO IGLESIAS
Un repaso a los «Quijotes musicales» que, por abundantes, es siempre preciso reducir (recordaré, una vez más, la importantísima catalogación realizada por Víctor Espinós y su hija Juana, bajo auspicios municipales), será por siempre bien recibido y mercedor de entusiasmada felicitación; en este caso a la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid y a la inquietud de su titular, José Ramón Encinar. Ellos traducirían con el tenor vizcaíno Fernando Cobo, perfectamente inmerso por voz y carácter, el «Don Quijote» que el gran Fransisco Asenjo Barbieri estrenó en 1861, respirando magníficos aires de excelente zarzuela. En la primera parte de la interesante sesión admiraríamos al granadino José García Román, por su obra para cuerda «La resurrección de Don Quijote», suerte de exhaustivo estudio de la nota o dibujo-pedal en algo más de su cuarto de duración, revelador de su evidente conocimiento de los recursos de la cuerda; tango en Barbieri como en García Román, Encinar y los profesores de la Orcam acertarían plenamente, con impecables interpretaciones.
Ya en la segunda parte del tan importante programa escucharíamos al tenor barcelonés Enric Martínez-Castignani, en una versión de «Don Quichotte à Dulcinée», capaz de comunicarnos el sutil encanto de los pentragramas de Maurice Ravel, que volvía su mirada a España rozando, si se quiere, la «españolada». Por último, Joseph Boismortier, apenas conocido compositor francés dieciochesco que, en la selección que se escuchó de su ópera-ballet «Don Quichotte chez la Duchese» (su obertura y chacona, además de una docena de escenas) muestra un admirable dominio del barroco, hasta con notables anticipaciones en el procedimiento, el todo culminante en el final del coro, «Japoneses y japonesas». En varios momentos intervendrían con bien timbradas voces y acertados caracteres, las sopranos madrileñas Mercedes Lario y Victoria Marchante («Altisidora» y «Una doncella»), los tenores Miguel Mediano y Ángel Sáiz («Don Quijote» y «Sancho Panza») y el bajo Fernando Rubio («Merlín»). El coro, bien preparado por su titular, Jordi Casas, cerraría en triunfo la excelente jornada cervantina.
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