EL ATAQUE DE LOS CLONES
El Teatro Pradillo recupera con buen tino uno de los montajes que en febrero pasado integraron su IX Ciclo de Autor dentro del Festival Escena Contemporánea. Una iniciativa de apasionante entidad dramática -dirigida por Vicente León y centrada en años anteriores en autores como Müller, Pinter, Strauss y Azama, entre otros- que en esta ocasión tuvo como protagonista a la británica Caryl Churchill (Londres, 1938). Esta escritora, una de las más interesantes autoras teatrales del panorama internacional, inició su trayectoria escénica en los años 70 desde presupuestos dramáticos feministas y, sin abandonar su cuestionamiento de los mecanismos que condicionan el papel de la mujer en la sociedad, ha ido abriendo el abanico de sus preocupaciones críticas a otros contenidos, siempre de vigoroso aliento social.
El montaje recuperado es el limpio, exigente, esclarecedor y riguroso realizado por Vicente León, que toma como pretexto la clonación para realizar una inquietante indagación sobre la identidad personal, el destino, la familia, la influencia de los condicionantes sociales en la personalidad, la paternidad, la posibilidad de recomenzar... No hay explicaciones clínicas ni hipótesis que entren en el terreno de la ciencia-ficción: la clonación se acepta como algo normal en el momento en que se concentra la acción. Tras el suicidio de su mujer, un hombre decide clonar a su único hijo fallecido, un alcohólico al que siente que no supo educar: ahora, ayudado por la ciencia, intenta abordar su paternidad desde cero. No sabe que el laboratorio ha creado posteriormente otros diecinueve clones, ignorantes todos de que existen otros seres genéticamente idénticos. La obra narra los sucesivos encuentros entre el padre y tres de estos clones que se preguntan sobre el enigma de su origen, y que, al conocer la existencia de otros como ellos, sienten su identidad fragmentada, desintegrada. Una situación con efectos trágicos y un final de sesgo sorprendente. León realiza un gran ejercicio de dirección al servicio del texto, bien auxiliado en la interpretación por Francisco Vidal, como el atribulado padre que se enfrenta a una insólitamente multiplicada prole, y Carlos Martínez-Merón, en el triple papel de un ser humano igual a otros y distinto al tiempo.
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