SHOSTAKOVICH Y SU «QUINTA»
Dimitri Shostakovich es un excelente compositor, ruso ante todo, que siguiendo de alguna manera a Chaikovsky (con mayor elocuencia, mejor aún, grandilocuencia), llega a escribir en nuestros días su «Quinta sinfonía». número que, desde Beethoven, marca un catálago de indudable forma.
Utiliza en esta composición una orquesta de plantilla grande, que explicaría coincidencias tales como la del piano, celesta y arpa, a sus alumnos del Conservatorio de Leningrado de entonces (1937), desde su cátedra recién estrenada. La obra, a veces dilatada en extremo, consta de cuatro tiempos y abunda en contrastes (quizá el más elocuente, el de sus dos primeros momentos, cuando irrumpe un vals lleno de humor) y es una página que siempre es bien recibida por los públicos. En ella, el director británico y titular de la Sinfónica de RTVE, Adrian Leaper, se siente a sus anchas, llevándola con seguridad en la memoria en el logro de la mejor respuesta de sus avezados profesores, todos dignos de merecer la volcada respuesta del oyente.
La grandiosa composición ocupó la segunda parte del programa, que había comenzado con una buena versión de la «Schicksalslied, Op. 54», de Brahms. Esa «Canción del destino» que concede lucimiento al conjunto coral, esta vez confiada su interpretación al hermano de la RTVE, que siguió los textos del poema de Hölderling acercándonos a su famoso «Requiem alemán». Las voces y los instrumentistas de la RTVE alncazaron un nivel de conjunción y hasta momentos de emoción, que merecieron la excelente acogida del público.
Antonio Meneses, violonchelista brasileño, fue solista del «Primer concerto, Hob. Vllb. 1», de Haydn, mostrando el mejor clasicismo en la admirable disposición haydniana, en la manera que pudo resumirse en la difícil «cadenza» de su primer tiempo, y que fue resuelta positivamente por un violonchelista con evidente clase. El músico, con generosidad manifiesta, quiso conceder una «propina» ante la ovacionada respuesta del público y, sobre todo, mantenida por los profesores de la Sinfónica de RTVE, siempre eficaces medios de traducción a las órdenes de la desenvuelta batuta de la competencia de Adrian Leaper.
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