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Haider en estado puro

El canciller austriaco, el liberal conservador Wolfgang Schuessel, anunció ayer la ruptura de la coalición de Gobierno con la derecha populista y ultranacionalista, la dimisión del Gabinete y la convocatoria de elecciones anticipadas para noviembre o primeros de diciembre. La crisis es consecuencia del cisma entre la corriente posibilista del partido fundado por Jörg Haider (el FPOe), encabezada por la vicecanciller, Susanne Riess-Passer, y el sector duro y más celoso de las esencias, que maneja desde su feudo de Carintia el propio Haider tras renunciar a todo cargo orgánico. El ala pragmática integrada en el Ejecutivo ha sucumbido a las maniobras del egocéntrico y mordaz político y, de paso, ha dinamitado el Gobierno de coalición. Haider, en definitiva, se ha retratado. Al dejar sin el apoyo del partido y desautorizar a sus propios correligionarios del Gabinete ha enseñado sus cartas: quería teledirigir toda la política austriaca tras su retirada táctica a Carintia para abrirse camino hacia la Cancillería. El arriesgado esfuerzo de Schuessel por integrar en el sistema a un partido anti europeo y de tintes xenófobos tiene, sin embargo, una lectura positiva. El electorado europeo lanzará una mirada crítica sobre la experiencia austriaca (el FPOe está ya en caída libre en el sondeo) y comprenderá que los demagógicos e incendiarios mensajes mitineros de supuestos redentores de todos los males son incompatibles con una acción seria y responsable de gobierno.

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