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La fiesta del primer día de clase

El primer día de escuela iba a ser una fiesta para los niños de la sureña ciudad rusa de Beslan, con camisas blancas, regalos y flores para las profesoras. Alumnos, profesores y padres se habían congregado bajo un cielo azul en el patio cuando, de repente, un pesado camión del ejército irrumpe a las 10: 00 (hora local) en el recinto.

Unas dos decenas de terroristas enmascarados saltan del vehículo con metralletas, cinturones de explosivos y lanzagranadas. Al principio, algunos escolares creen que se trata de una broma pesada. "Estábamos junto a la puerta de la escuela, en plena fiesta, sonaba música", relataba despés Saurbek Zumartov, de 14 años, a la televisión.

"Aparecieron tres hombres con metralletas. Primero creí que se trataba de una broma.

Cuando dispararon al aire, salimos corriendo". Pero sólo unos pocos como Saurbek logran huir del colegio. Alumnos, padres y profesores son empujados hacia el gimnasio. El personal de vigilancia de la escuela trata de resistirse, y se escuchan disparos. Mueren algunos rehenes -al menos ocho, según las últimas informaciones-, se cree que padres y profesores. Los secuestradores, enmascarados, minan todo el edificio.

Comienza una desesperada guerra de nervios. La terrible noticia del secuestro en el colegio corre como un reguero de pólvora por toda la ciudad de Beslan, de 35. 000 habitantes. Preocupados padres y madres, así como los estudiantes mayores, corren hacia el colegio. Esa misma mañana se habían despedido, tranquilamente, de sus hijos. Pero los policías los retienen frente al edificio. Alrededor de la escuela, se establece un cerco.

De Beslan hay 50 kilómetros hasta Chechenia, donde desde hace diez años se libra una guerra entre rebeldes y tropas rusas. El sangriento conflicto del vecino ya ha arrojado en el pasado su sombra sobre Beslan: hace seis años, terroristas secuestraron en esta ciudad un autobús con 40 personas. Sólo tras largas negociaciones se logró la liberación de los rehenes.

Aunque Rusia casi se ha acostumbrado ya a atentados en aviones, trenes o en el metro, este último ataque ha supuesto para muchos un fuerte "shock". Nunca antes los terroristas habían apuntado tan directamente contra niños. "Hay tantos niños pequeños entre los rehenes, alumnos de primer y segundo grado", se lamenta un portavoz policial.

En el gimnasio del colegio reina el miedo y la desesperación. Los terroristas obligan a algunos de los niños a colocarse en las ventanas, para actuar como escudos humanos e impedir ataques de la policía. A todos los demás los obligan a tumbarse en el suelo del gimnasio, según un informe del personal de crisis destacado. Entre los rehenes se han colocado las denominadas "viudas negras", terroristas vestidas de negro con cinturones de explosivos adosados al cuerpo.

El líder musulmán de Osetia del Norte intenta infructuosamente negociar con los terroristas. "Los niños son la obra limpia, inocente del gran Alá", les dice el muftí a los terroristas. Pero los secuestradores no escuchan. Después, el muftí relatará que entre los rehenes también hay bebés. Los terroristas han prohibido que los rehenes reciban alimentos o medicinas.

Los familiares reciben con gran inquietud las noticias de que la cúpula de la policía y del servicio secreto ruso FSB ha llegado de Moscú a Beslan. Con cada hora que pasa, crece la preocupación de las familias por que el Estado decida actuar sin reparar en las posibles pÙrdidas, tal como ha hecho en anteriores casos de secuestro. Pero, en previsión a esta posibilidad, los terroristas han tomado sus precauciones. "Por cada rebelde muerto van a matar a 50 niños, y por cada herido a 20", informa el jefe de la policía de Osetia del Norte.

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