El Mercaíto de Manolo Juliá: «La naturalidad como norma»

Y el secreto de todo lo que aquí ocurre es la naturalidad. La naturalidad con la que se ha decorado un espacio -el pequeño mercado de Heliópolis- en el que todo acompaña, ambiente, mesas bien puestas (paneras con pañitos, cuenco de regañás, vajilla blanca y cristal cuidados). La naturalidad con la que Manuel Juliá se pasea por las mesas, observa de lejos, estudia a los comensales y atiende él o da paso a su hija Carlota, que se mueve como pez en el agua por la sala: simpática, alegre, con la fuerza que da la juventud pero con el respeto de quien ha mamado «servir a los demás». Y entonces nos sorprendemos recordando con cariño y respeto a su abuelo, un maestro en estas artes.

Y finalmente la naturalidad de una carta que se aleja de todo a lo que últimamente nos tienen acostumbrado. Aquí no hay nada raro en la carta, no hay un solo plato que haga falta que te expliquen. A saber, hoy hemos tomado un lomito ibérico de Señorío de Montanera, impecable. Hemos seguido con un tomatito buey en rodajas con una ventresca de atún y aceite potente que es la culminación de la sencillez. Después, una ensalada de aguacate, mango, cebolla roja y tomate Cherry a la que quizás hubiéramos potenciado o cambiado el aliño. Seguimos con unos taquitos de merluza al limón con espárragos verdes, plato ligero, en su punto de sabor y «al dente» el espárrago. Y un salteado de corvina con verduras naturales , perfecto para esta época del año.

Fuera de carta tenían unos escalopines de gamo con patatas fritas de las de verdad que se merecen un artículo ellos solos. Deberían hacerlo fijo en la carta Y cuando creíamos que habíamos terminado, llegan los huevos con patatas de Sanlúcar y tomate frito de los Palacios…que te terminan de arreglar el día (interesantísimo el apartado de «Especialidades con Huevos», que merece unos cuantos viajes de exploración)

De postre una tarta de zanahoria que se cuela de lleno en nuestro top ten de tartas de zanahorias de la ciudad (postre que como ocurrió con las tartas de queso está, afortunadamente, de moda)

Y, finalmente, la naturalidad de una sobremesa larga sin que nadie te achuche ni te moleste. Hoy nos toca decirlo a nosotros, «Gracias, familia».