Chiquilla Sevilla: «Chiquilla, pero matona»

Este establecimiento que tiene casi cuatro años de vida fue abierto por Urbano González, que quería trasladar su pasión por la cocina a este rincón de la calle Pastor y Landero. Un local pequeño, pero al que le han sacado todo el jugo y encanto, cuenta con una mini barra donde para tres o cuatro comensales y además media docena de mesas pequeñas.

Servicio atento y muy profesional, una carta corta ajustada a lo que el mercado les ofrece y alguna especialidad que buscan mantener fuera de estacionalidad. La consigna es clara, buen producto con elaboraciones modernas pero que respeten la materia prima.

Lo primero que probamos fue su ensaladilla de carabineros. El marisco se apodera de todo el sabor de la misma dando un resultado sublime, sabor a mar con esa carnosidad propia del carabinero.

Recomendación de Urbano fue el ravioli de buey de mar con mantequilla de cabra y salvia, esa salsa clásica que se utiliza con la pasta rellena aquí acompaña sobriamente y deja brillar a la carne del crustáceo que es la verdadera protagonista.

Seguimos navegando con unas almejas japónicas que bañan con un fantástico pilpil de rape, donde la emulsión del colágeno del pescado potencia el sabor del molusco, y terminan con guisantes que en este caso me parecieron prescindibles.

Siendo época de Almadraba no podía irme sin probar uno de sus platos con atún, y es que en esta casa son especialistas en el tratamiento de este manjar del Estrecho. Me fui a una elaboración clásica, pero una de mis favoritas, con tomate y huevo frito, una combinación sencilla, que desprende umami y que es una bomba.

Pusimos punto y final con un suflé clásico de chocolate y dulce de leche, culminado por un helado de vainilla como manda la tradición.

Excelente comida en Chiquilla, una pequeña joyita donde se trabaja muy bien el producto. Además, tiene una interesante carta de vinos y licores, ya que Urbano también se dedica a su distribución, un sitio muy interesante por el que dejarse caer.