Neroli Art: la nueva cafetería de Sevilla donde está permitido pintar la mesa (literal)

Neroli no es una cafetería al uso. Aquí se viene a tomar café, sí, pero también a pintar en las mesas, pegar tu dibujo en la pared y dejar una huella real, física, en el local. Hay una pared entera reservada para ello, un pequeño museo espontáneo donde cada cliente deja un trocito de su imaginación.

La inspiración surgió de algo muy concreto, ese momento en el que la vida adulta empieza a pedir prisa y responsabilidad. Nahomi Tasipanta y JuanMa Zumárraga, pareja formada por una ecuatoriana y un sevillano, sintieron ese corte creativo y decidieron hacer algo más que lamentarse. La solución fue un espacio donde recuperar esa libertad que parece reservada a la infancia.

«Queríamos un sitio donde volver a crear sin filtros», cuentan. Por eso existe la Barra de Arte,una mesa con tote bags, agendas o pequeños lienzos que los clientes pueden personalizar allí mismo. Sin presión, sin técnica obligatoria. Solo por disfrutar del gesto de pintar y llevarte algo tuyo a casa.

En Neroli se desayuna, se merienda y se cae en la tentación dulce sin demasiada resistencia. Los rollos de canela, que cambian cada semana con versiones como Nutella, Lotus, Oreo o Kinder, se han convertido en un pequeño ritual. También funciona muy bien su tarta de queso con arándanos frescos, elaborada por ellos y que rota según la temporada.

Para quienes prefieren algo salado, la carta incluye tostadas al estilo tradicional sevillano y dos sándwiches pensados para comer con calma: uno de pulled pork con col y salsa casera, y otro de lomo con queso y tomate, más sencillo pero igual de contundente. Todo está planteado para acompañar una tarde de dibujo, estudio o charla tranquila.

La oferta líquida es amplia y muy variada. El matcha es uno de los protagonistas, con versiones frías y calientes mezcladas con vainilla, fresa o naranja. También hay chai lattes aromáticos, cafés de todo tipo —desde el clásico de barra hasta especialidades frías como el iced caramel latte o su propio «Neroli Latte»— y una selección de zumos naturales que aportan un punto más fresco.

Para quienes buscan algo más indulgente, preparan milkshakes de sabores como chocolate, fresa, Oreo o Kinder, que suelen acompañar muy bien a los talleres creativos. Y sí, también hay cerveza, refrescos y batidos para quienes se acercan más en modo tarde relajada que en modo desayuno.

El interior de Neroli es luminoso, amplio, pensado para quedarse un buen rato. Las mesas bajas facilitan que la gente dibuje cómoda, y los azulejos de mosaico aportan ese guiño sevillano que ancla el local al barrio.

Por ahora no tienen terraza, pero no les hace falta: la energía que se respira dentro es de esas que te hacen bajar revoluciones sin darte cuenta.

Neroli no quiere ser un café de paso, sino un punto de encuentro. Este sábado 15 de noviembre celebran su primera exposición, protagonizada por Nayara, estudiante de Bellas Artes, y los domingos están reservados para talleres completos pensados para descubrir nuevos hobbies o reconciliarse con la creatividad.

Hay presentaciones de libros, celebraciones privadas (cumpleaños, baby showers, despedidas) y mucha apertura a nuevas propuestas. La idea no es solo mostrar arte: es crear comunidad, incluso para quienes creen que «no saben dibujar».