Sentarse a la mesa y que se pare el tiempo: Cocina de temporada y recetas tradicionales
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La primera vez que fui al Caserío San Benito era una adolescente. Desde entonces he vuelto muchísimas veces y sigo teniendo la misma sensación que tuve aquella primera vez. Cruzar sus puertas es retroceder en el tiempo, llegar a un caserón donde ... perderse por sus rincones , deleitarse con los bodegones que salen a cada esquina o saborear un vino como si se hubiese parado el reloj. Tampoco está nada mal sentarse cerca de alguna de sus chimeneas o de las ascuas calentitas que colocan bajo la mesa en invierno y si vienes en una bonita noche de verano o cuando el sol calienta en primavera, lo suyo es cenar en el patio.
Situado en la zona de Los Llanos, en el término municipal de Antequera , el restaurante se encuentra ubicado en una antigua casa cortijera del siglo XVIII . En el mismo recinto, en una antigua ermita, la espera se hace mucho más amena con una visita al impresionante “Museo Etnográfico de Usos y Costumbres”. Lleno de máquinas de coser, molinillos, radios y distintos utensilios que durante años han sido recopilados por su propietaria. Lo que más nos gusta no es la colección en sí, sino el edificio en el que el museo está ubicado. Si el día es bueno, es ideal pasear por los alrededores, cámara en mano, entre los macetones azules llenos de geranios, la magnífica puerta o la fuente.
Abierto desde las 8:00 de la mañana, San Benito es una opción fantástica para hacer una parada y coger fuerzas afrontando el día con uno de sus molletes. Rellenos de zurrapa, jamón o incluso costillas de cerdo al clavo , merece la pena incluirlos en la ruta si pasas por la zona. Los desayunos se sirven en el más pequeño de sus salones, muy acogedor. Ese momento de mollete y café con la mirada puesta en la chimenea, organizando mentalmente el día, es todo un lujo.
San Benito ofrece cocina tradicional andaluza, enraizada en la zona y que se enorgullece de surtirse de productos cercanos y de cuidar la estacionalidad y la calidad . Esta casa es objeto de culto por sus platos de cuchara. Muy celebradas son sus migas , que suelen servir con zanahoria morada de Cuevas Bajas . Cuesta decidirse entre sus arroces caldosos y las legumbres que hayan preparado ese día. En nuestras visitas no suele faltar el arroz con cabezada de lomo ibérico y espárragos . Como bien te advierten cuando lo pides va bien cargadito de comino, pero nos encanta. También bordan las alubias , la última vez las comimos con pato . Salsa bien trabada, fabes que se deshacen en la boca, de textura perfecta, sabor intenso; una auténtica delicia. Mención especial merecen sus revueltos y platos de verdura: Collejas con jamón, porrilla de espinacas, col con gambas . Y si eres de los que no perdonan una buena carne, estás de suerte. Puedes disfrutar desde las menos comunes en la zona como pueden ser el solomillo de ciervo hasta el apreciado y popular solomillo de ternera gallega . En época de buenos tomates, no puedes dejar atrás la porra antequerana .
En los postres , no hay modas, es la cocina de siempre, con sus propuestas caseras: Gachas, tarta o flan de queso, tarta de limón, bienmesabe … y la carta de vinos, corta y clásica , a medida del gusto del público que suele acercarse.
El esfuerzo por mantener el recetario tradicional, el precioso edificio en el que se encuentra y la buena mano con el guisoteo hacen que acercarse por aquí de vez en cuando merezca la pena. Siempre que venimos decimos lo mismo, ¡qué bien se come y que feliz se sale de aquí!
- Terraza
Comida
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