Dónde comer en Teatinos: nuestros sitios favoritos de este barrio de Málaga

El tapeo sigue marcando el ritmo en muchas de sus calles, con opciones asequibles que encajan en el día a día de estudiantes y trabajadores del barrio, pero también hay locales que han sabido dar un salto más, apostando por cartas pensadas para quienes quieren sentarse con calma a disfrutar de una buena mesa. Esa mezcla hace que en Teatinos convivan desde pequeños bares de barrio hasta cocinas de autor que empiezan a sonar fuerte en la ciudad.

Uno de los factores que ha impulsado este crecimiento es el propio perfil del barrio: alquileres más accesibles que en el centro, un flujo constante de vecinos y visitantes, y un ambiente que invita a quedarse. Todo esto ha atraído a emprendedores de la hostelería que ven aquí un espacio en el que poder arriesgar y, sobre todo, consolidar propuestas con identidad propia. La fórmula está funcionando: en Teatinos encontramos desde restaurantes con un punto más creativo hasta proyectos que han sabido mantener la esencia de la cocina malagueña.

En esta guía hemos recopilado algunos de los locales que mejor representan esa diversidad: sitios para tapear con amigos, restaurantes que se han convertido en punto de encuentro del barrio y propuestas con una mirada más personal. Un recorrido para acercarse a Teatinos con hambre y con ganas de dejarse sorprender.

Seguimos las pistas de nuestro editor y crítico gastronómico, Carlos Mateos, para contarles qué mesas de Teatinos merecen una parada.

En plena vida de Teatinos, El Rengue se ha convertido en ese sitio al que muchos recurren para hacer un alto en la jornada y compartir mesa con calma. Su propuesta se mueve dentro de la cocina mediterránea, con una carta que combina entrantes fríos y calientes, ensaladas, mariscos, pescados, carnes a la brasa y postres caseros.

Entre lo más demandado de su propuesta aparecen las anchoas del Cantábrico, el steak tartar servido sobre tuétano asado con huevo de codorniz o el tartar de atún de almadraba con trufa y lima. Tampoco faltan guiños originales como las gyozas de carabineros, las vieiras maceradas en ponzu o las croquetas caseras de jibia y langostinos con alioli de ajo negro.

En el capítulo de platos principales, destacan recetas de pescado como el lomo de atún rojo encebollado o el rodaballo asado con crema de tupinambo, mientras que en carnes brillan los cortes de vaca madurada, la pluma ibérica a la parrilla, el rabo de toro estofado o el chivo lechal al ajillo, una apuesta muy malagueña.

El local mantiene un ambiente sencillo y cómodo, con terraza exterior para los días en los que apetece alargar la sobremesa al aire libre. Una dirección que los habituales del barrio ya tienen marcada y que demuestra que comer en Teatinos puede ser mucho más que improvisar una tapa.

Receso comenzó su andadura como restaurante clásico y, tras más de una década, en 2017 dio un giro para convertirse en Taberna Urbana, con un formato más dinámico y pensado para un público variado. El cambio de concepto no significó renunciar a su esencia, sino abrir la puerta a propuestas más atrevidas que hoy hacen de este local una de las paradas gastronómicas más completas de Teatinos. Con tres espacios —dos exteriores y un interior— se adapta tanto a reuniones tranquilas como a encuentros más animados.

En la carta conviven clásicos como la ensaladilla rusa con langostinos o la ensalada malagueña versión Receso, con propuestas más actuales como los fideos negros con langostinos, el pan bao de rabo de toro o el steak tartar con helado de mostaza. También hay opciones para vegetarianos y platos pensados para compartir en formato ración o tapa.

Juana Paloma abrió en junio de 2024 en el mismo local donde estuvo Palodú, y en pocos meses ya se ha convertido en uno de los lugares más comentados de Teatinos. Al frente están las cocineras Ana Rollán y Guadalupe Peñalver, formadas en La Cónsula y con experiencia en casas como La Milla, José Carlos García o El Tercer Acto de Antonio Banderas.

Su propuesta mira directamente al recetario heredado de sus abuelas, con platos de cuchara como gazpachuelo, potajes o lentejas con calamares, junto a tapas y raciones que saben a hogar: ensaladilla rusa con boquerones fritos, tortilla de patatas, mollete de pringá o las originales acelgas rellenas de calamares y chorizo. No faltan guiños más personales como las albóndigas de chivo o sus arroces, uno de los fuertes de la casa.

El ambiente es sencillo y familiar, con un equipo íntegramente femenino y una carta de vinos naturales seleccionada por Carlos Buxó, donde brillan etiquetas malagueñas y granadinas. Una dirección reciente que demuestra que comer en Teatinos también puede significar reencontrarse con la cocina de siempre.

Con una cocina encendida desde las 6:30 de la mañana, Los Puntales es uno de esos locales que acompañan al barrio a cualquier hora. Su propuesta es mediterránea y sin complicaciones, con cocina casera pensada para el día a día.

Los montaditos son su emblema y una de las tapas obligadas, pero también merece la pena probar la ensaladilla rusa, los guisos, los boquerones o el tomate con porra. Entre los platos más comentados, las kokotxas de bacalao al pilpil y el mollete del obrador Máximo con cochinillo, que ya se han convertido en clásicos de la casa.

Un sitio perfecto para comprobar que comer en Teatinos también significa tener a mano bares que funcionan desde primera hora y que nunca fallan en la mesa.

Desde su apertura en 2017, Boca Llena se ha convertido en uno de los grandes referentes del tapeo en Teatinos. Tanto que el propio chef José Carlos García lo señaló como parada imprescindible en la Guía Repsol, donde hoy luce su distinción de Solete.

La carta es amplia, pero hay un apartado que marca la diferencia: las llamadas 'monerías', pequeños bocados que casi ejercen de tapa y que van desde tacos al pastor con chutney de piña a croquetas, buñuelos o una sorprendente tosta de boquerón. Entre los imprescindibles de la casa aparecen la ensaladilla rusa, el croissant de steak tartar, la miniburguer de costillar a baja temperatura o los canelones de rabo de toro. El pulpo frito y las costillas thai ponen el acento más viajero a una propuesta que busca divertir y sorprender al comensal.

Una dirección clave para comprobar que comer en Teatinos también significa encontrar creatividad en formato tapa.

La Biznaga se ha ganado un sitio entre las tabernas más concurridas del barrio gracias a una carta que pone el foco en pescados y mariscos. Vieiras, ostras, navajas, conchas finas, gambas o cigalas son parte del repertorio que llega fresco a la mesa cada día.

El espacio permite distintas experiencias: barra para tapear rápido, comedor para comidas más formales o terraza para aprovechar el clima malagueño casi todo el año. Una parada imprescindible para quienes buscan que tapear en Teatinos sea sinónimo de producto del mar en primera línea.

La Biznaga se ha ganado un sitio entre las tabernas más concurridas del barrio gracias a una carta que pone el foco en pescados y mariscos. Vieiras, ostras, navajas, conchas finas, gambas o cigalas son parte del repertorio que llega fresco a la mesa cada día.

El espacio permite distintas experiencias: barra para tapear rápido, comedor para comidas más formales o terraza para aprovechar el clima malagueño casi todo el año. Una parada imprescindible para quienes buscan que tapear en Teatinos sea sinónimo de producto del mar en primera línea.

Aunque ya apareció en nuestra guía de hamburguesas en Málaga, Tundra merece también su espacio en esta ruta por Teatinos. Pero Tundra Fusion Burger no es (solo) una hamburguesería, se presenta como un restaurante de hamburguesas —que es diferente—, con una propuesta viajera que combina técnicas de alta cocina y sabores del mundo.

Cada burger se prepara con carnes seleccionadas y métodos poco habituales en este tipo de locales, desde la baja temperatura hasta el cocinado al vacío. A ello se suman salsas caseras y una apuesta clara por el maridaje, con cervezas artesanales y vinos locales que completan la experiencia.

Una dirección distinta para quienes quieren que comer en Teatinos signifique también salirse del guion del tapeo clásico y probar algo con más recorrido gastronómico.

En el panorama de las mejores pizzerías de Málaga, Da Mimí se ha hecho un nombre propio apostando por la experiencia 100% napolitana. Sus responsables, Mario Piccolo y Andrea Migliavacca, conocen de primera mano la técnica y el producto que requiere una pizza auténtica, y eso se nota en cada masa trabajada con mimo y en cada horneado.

Aunque la pizza es la gran protagonista, la carta se completa con bruschette, berenjenas a la parmesana, panzarotti y platos de pasta que van desde la carbonara clásica a una sorprendente versión con pistacho y mortadela. Todo ello en un ambiente que transporta al sur de Italia sin salir de Teatinos.

Wasabi lleva una década siendo uno de los japoneses más reconocibles de Málaga. Hace un par de años renovó su espacio y reforzó su propuesta, inspirándose en las tradicionales izakayas niponas, esas tabernas donde se come y se bebe de manera informal después del trabajo.

En su carta conviven los clásicos de la cocina japonesa: sushi, makis, uramakis y combos bautizados con nombres de barrios de Tokio o personajes de Studio Ghibli, junto a platos calientes como el 'katsu kare' o las tempuras variadas. El broche dulce lo ponen sus mochis caseros, que se pueden acompañar con cervezas niponas, vinos o sake.

El local, con apenas 25 plazas, recrea la atmósfera de Japón con objetos originales traídos de los viajes de su fundador, Humberto de Juan.