Dónde comer paella en Málaga: sitios especializados en arroz

Sabemos que en su cuna valenciana la paella es una receta muy concreta: lleva conejo, pollo, garrofó y judía verde. En la mayoría de sitios que proponemos hoy para comer un buen arroz en Málaga solo conservamos el formato de la receta tradicional; lo demás varía según la inspiración del cocinero y el producto del día.

Y eso es precisamente lo interesante. Málaga lleva años afinando su relación con el arroz y ha consolidado una oferta diversa y muy bien ejecutada. Desde chiringuitos que bordan el fondo hasta restaurantes de nivel que han hecho del buen arroz su seña de identidad. Que nadie espere dogmas: aquí caben el marisco, el pato, el calamar, el secreto ibérico, la trufa o lo que toque. Porque lo importante no es la ortodoxia, sino que esté en su punto.

Esta guía, lejos de sentar cátedra, solo tiene como objetivo facilitar la vida a quien busque buenos arroces. Incluye locales clásicos y nuevos referentes, mesas con vistas y barras con chispa, pero todos comparten algo esencial: son sitios especializados en arroz en Málaga donde el fuego lento y el sabor de fondo importan.

Así que, evitando reglas, lo que sigue es una selección afinada de nuestro editor, Carlos Mateos, con ocho sitios que bordan el arroz en Málaga. No están todos los que hay, pero sí están los que deberías probar al menos una vez. ¡Vamos al grano!

En una guía de donde comer un buen arroz en Málaga nunca puede faltar Beluga. Este restaurante de cocina mediterránea, situado en pleno centro, es uno de los grandes referentes cuando se trata de paellas —o más exactamente, de arroces hechos con mimo, técnica y producto—.

Al frente de la cocina está el chef alicantino Diego René, que conoce bien lo que se cuece al este del mapa. Lo acompaña Andrea Martos en sala, afinando una experiencia gastronómica que aúna elegancia y naturalidad.

Beluga presume de una carta marcada por el producto fresco y el mar como inspiración, pero son los arroces lo que lo han convertido en punto de peregrinación para quienes buscan ese grano perfecto. Usan variedades del Molino Roca, cultivadas en la Albufera, y proponen recetas tan sabrosas como el arroz del señorito de rape y gamba blanca, el a banda con pescado salvaje, o el campero con embutidos y hortalizas. También hay propuestas más contundentes como el arroz de carrillera de Angus y garbanzos, o el de presa ibérica, habitas y ajos tiernos.

En Candado Golf, los arroces se juegan en campo propio. Al mando está Javier Hernández, chef y alma de este espacio que combina cocina de altura con un entorno privilegiado entre vegetación y vistas abiertas al cielo de Málaga. Su propuesta gira en torno a dos pilares: el arroz y el atún rojo, y lo hace con una solvencia que le ha dado reputación más allá de los límites del club social donde se encuentra.

Su carta cuenta con más de una docena de arroces en paella y varias fideuás, elaborados siempre bajo una misma filosofía: producto de calidad y ejecución precisa. Hernández lo resume con dos palabras que empiezan por C: «cocinar calidad». Y es justo eso lo que se sirve en mesa: desde clásicos secos de marisco o de pescado, hasta propuestas más originales que exploran otros registros del cereal sin perder el respeto a la tradición.

La sala es luminosa, amplia, con vistas verdes y un servicio que sabe lo que hace. Ideal tanto para una celebración tranquila como para una comida de domingo sin prisa. Si estás buscando sitios especializados en arroz en Málaga, apunta este entre tus imprescindibles.

«Guiso, brasa, leña y mucho cariño». Bajo esta premisa, Primitivo defiende una cocina que pone el acento en el aroma de las brasas y el inconfundible sabor ahumado impreso en sus elaboraciones. Al frente se encuentra Pablo Quiñones, diseñador de profesión, que llegó a España en el año 2000 tras trabajar como creativo en distintos estudios de Buenos Aires.

Su pasión por la gastronomía le viene de familia y tras pasar por restaurantes y hoteles de medio mundo, abrió las puertas de Primitivo en un rinconcito de Echevarría del Palo en 2018, mudándose a un local de mayor tamaño hace pocos meses.

En su carta encontramos carnes y pescados en leña de encina, y por supuesto, fabulosos arroces. A ello se le añaden las sugerencias diarias que Pablo ofrece a sus comensales en función del producto de mercado.

De los restos de la Antigua Casa de Botes —todo un símbolo portuario— surgió este CB-23 que Álvaro Olea dirige con rumbo firme desde el Soho malagueño. La estética es más informal, pero la cocina sigue igual de seria. Y en ella, el arroz tiene lugar preferente. En un comedor luminoso s o en la barra con vistas a la vitrina del día, aquí se viene a disfrutar de la cocina marinera.

Recuperando clásicos como el gazpachuelo o el caldo de pintarroja, muy famoso por sus migas marineras y su buena la fritura. Pero si hay algo que remata la faena en CB-23 es el arroz. Con grano seleccionado y técnica precisa, Álvaro prepara una buena selección de arroces que ha fidelizado a su clientela.

Un lagar es origen. Es rito, es tierra, es brasas y cuchara. En El Lagar de Verum no solo se entiende así: se cocina así. Este restaurante malagueño abraza el alma del norte y la hace suya, con una carta que viaja por las comarcas que surcan el Camino de Santiago pero que pone ancla firme en la Costa del Sol.

Porque si hay algo que distingue a esta casa es su oda al arroz a la leña. Elaborados con Molino Roca –en su versión Dinamita Gran Reserva, con dos años de curación en el Alto Palancia–, sus arroces secos se preparan al momento, con mimo y brasas vivas, y se sirven mínimo para dos.

Hay propuestas como el arroz campero con presa ibérica de bellota, boletus y fondo de carnes al Josper, o el de alcachofas con chistorra y tuétano, puro sabor de pueblo. También hay espacio para el homenaje al mar con su senyoret de gamba, mejillón y sepia ya limpios, y un arroz seco de atún rojo que mezcla contramormo, parpatana y lomo blanco de Barbate. Y también hay opción vegetariana, con fumet de verduras y producto de la huerta.

Más allá del arroz, el Lagar se divide entre la zona de barra y la sala principal, con terraza y reservados para quienes buscan un ambiente más íntimo.

Este restaurante familiar, abierto en 1973, se ha consolidado como uno de los grandes referentes para quienes buscan donde comer una buena paella en la Málaga. Aquí siguen la receta de la paella valenciana como manda la tradición, con pollo, conejo, judía verde y garrofó, sofrito casero, azafrán auténtico y arroz de origen valenciano. Todo ello cocinado con fuego, paciencia y la técnica precisa que da como resultado un grano suelto, sabroso y con socarrat.

En 2023 fueron galardonados con el premio a la mejor paella de España y este año volverán a representar a Málaga en la final del Concurso Internacional de Paella Valenciana en Sueca. Un hito que respalda el trabajo del chef David García, tercera generación al frente de los fogones y responsable de una carta amplia en la que los arroces ocupan el centro del escenario.

Además de la clásica valenciana, en su sección de arrocería encontramos opciones para todos los gustos: arroz negro con calamares y gambón, senyoret, de bogavante, de carabineros, de pato con foie o versiones veganas con verduras de temporada. Todos se sirven en paella, con un mínimo de dos personas, y con ese sabor profundo que solo dan los buenos fondos.

Y aunque los arroces son su seña de identidad, Los Reyes también destaca por su cocina tradicional andaluza: carnes a la brasa, pescados frescos y entrantes como las croquetas de puchero o los pimientos del piquillo rellenos de atún. Pero si hay que elegir, el arroz es la estrella. Y aquí, brilla con luz propia.

En el restaurante María, Piti y Enrique han creado un espacio donde la cocina castellana más auténtica es la protagonista, una cocina sin pretensiones pero llena de sabor, que destaca por sus guisos tradicionales y su respeto por el mejor producto fresco. Aquí no encontrarás florituras, solo platos honestos, preparados con paciencia, dedicación y todo el cariño que exige una cocina de fuego lento.

Fieles a la esencia de las clásicas «casas de comidas», cada día en María se ofrece un guiso de cuchara que varía según la temporada: lentejas con costilla, cocido castellano, rabo de toro, alubias pintas, potaje de garbanzos con espinacas, o fabada. Los domingos, el plato estrella es un arroz caldoso con bogavante que atrae a los comensales de toda la ciudad. Tampoco faltan otras delicias de la tradición castellana como el lechazo asado, el cochinillo, las carnes a la brasa o pescados como la merluza y el bacalao, junto a sus famosos arroces que los más fieles clientes no dudan en encargar para llevar a casa.

Si hablamos de cocina popular malagueña, la Venta El Túnel es un nombre imprescindible. A los pies de la antigua carretera a Casabermeja, esta casa fundada hace más de seis décadas por la familia Tovar se ha ganado el corazón —y el paladar— de generaciones enteras gracias a su famosa cazuela de arroz con pollo, un clásico que aún hoy se sirve en olla para compartir, como manda la tradición de las ventas.

Aunque el restaurante ha crecido hasta dar cabida a 600 comensales, su esencia sigue intacta: platos de cuchara, cocina casera y una atmósfera familiar. Los callos, las migas, el lomo en manteca o el vino de los Montes siguen presentes en una carta que celebra los sabores de siempre sin artificios.

La Venta El Túnel no solo es un referente gastronómico, también forma parte de la historia social de Málaga: fue durante décadas sede de las Fiestas de Verdiales del 28 de diciembre, una cita que marcaba el calendario cultural. Hoy, con acceso fácil desde cualquier punto de la provincia, sigue siendo parada obligatoria para quienes buscan un buen arroz caldoso en un entorno auténtico.