EN MONTILLA
Los Insensatos de La Antehojuela suman pasión y talento para hacer vinos diferentes
Seis amigos producen blancos sin crianza, con los que reivindican la aportación de la parcela y el patrimonio vitivinícola
Sara S. Conde
Los Insensatos de La Antehojuela es un nuevo proyecto que quiere sumar locura, pasión y talento a la zona de Montilla-Moriles. Impulsado por seis amigos, elaboran vinos blancos sin crianza que destacan por sus nombres, embotellado y calidad, con los que reivindican la aportación ... de la parcela.
En este grupo están Manuel y Santiago Jiménez, que pertenecen a la sexta generación que hace vinos en el Lagar Cañada Navarro; Antonio y Juan Adamuz, propietarios agrícolas; Emilio Padillo, que se encarga del marketing y el diseño; y Fátima Ceballos, enóloga.
“Somos un grupo de amigos a los que nos dolía la pérdida de patrimonio enológico y vitivinícola, y decidimos hacer algo al respecto con una idea novedosa: los vinos parcelarios. Hacemos vinos con alma que quieren transmitir el suelo que pisan”, explica Manuel Jiménez.
Empezaron a darle vueltas a la idea en 2019, definiendo cuáles eran los principales activos de los vinos de Montilla-Moriles. “Para nosotros son cinco –detalla Manuel-. La antehojuela, ese suelo de albariza que crea vinos eternos; la uva Pedro Ximénez, el pequeño viticultor que mima su plantación, las tinajas ancestrales que aportan personalidad y el velo de flor”.
Partiendo de estos mimbres, “quisimos hacer vinos diferentes. La aportación de Montilla a la enología mundial son los vinos generosos. Pero su consumo está cayendo en el mercado, porque son difíciles de entender. Por eso optamos por hacer algo distinto: unos vinos tranquilos, blancos y sin crianza, que se hacen desde el suelo y no en una bodega. Y que incorporan seis meses de fermentación en botella para que se terminen de redondear”.
Para llevar el suelo a la copa, Los Insensatos buscan parcelas con viñedos que pueden tener un potencial diferenciador. Como señala Manuel, “en la misma zona, parcelas colindantes tienen singularidades diferentes, lo que abre nuevas perspectivas en la zona”.
Hasta el momento el grupo ha vinificado nueve suelos, poniendo a cada uno de sus vinos el nombre de la parcela de procedencia. Con una de ellas, de 1913, "homenajeamos a mi abuelo, que heredó el Lagar del Cerro en la sierra de Montilla, y se encontró con una viña filoxirada que empezó a trabajar. Delante está La Parcela del Barco, que nos ha dado un vino espectacular (El Barco) que destaca por su frescura y sabor a fruta”.
Otro vino con historia es La Condená 2021, relacionado “con la parte que más nos duele: la pérdida de un patrimonio difícil de recuperar”. Los Insensatos encontraron una parcela en la que habían plantado olivos. “Una vez que eso sucede, está condenada y le queda poco tiempo –explica Manuel-. Cogimos la uva de su última campaña y presentamos el vino el 2 de diciembre, tras el Día de los Difuntos, para poner el foco en lo que estamos perdiendo”.
En la actualidad, Los Insensatos de La Antehojuela tienen diez vinos “para todos los gustos y que maridan con todo”, como El Lechinar, que destaca por su carácter frutal a pera y manzana; El Pretil, de una parcela de uvas infelices y con un perfil mineral y ácido sorprendente; o La Manga del Negro, que huele a claveles.
Con ellos, tienen preparada una iniciativa novedosa: “Vamos a enterrar botellas debajo del entarimado durante cuatro o seis años. Si nuestros vinos tienen una capacidad de evolución en roble eterna, ¿por qué no pueden tenerla en una botella? Creemos que puede funcionar”. Y si no es así, no pasa nada: “No nos llamamos Los Triunfadores. Somos Los Insensatos. Y si nos equivocamos, no engañamos a nadie”.
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