La vidabella: una receta de buenas expectativas
En el costado del barrio de Fátima nace esta nueva propuesta. Vinos de Córdoba con tiento, carta que innova sin pasarse y clásicos con buenas hechuras
Uno de los rincones con más sabor de La vidabella y su apuesta por el buen vino
El viejo profesor Enrique Tierno Galván alumbró nuevos tiempos para el Madrid de los 80. El de la ‘movida’ y el de la liberación transitoria. Su ejemplo como alcalde de la capital del Reino salpicó la geografía española de calles y rincones en su memoria. ... No fue Córdoba ajena a ello y en el costado del barrio de Fátima, a la espalda de los terrenos que ocupara la prisión, abre una espaciosa avenida en la que se incardina una de las últimas aperturas del panorama gastronómico de la ciudad. La vidabella muestra optimismo ya en su propio nombre que ha anclado en el número 10 de esta calle dedicada al viejo profesor. Es una receta de buenas expectativas que debe ir cumpliendo tras unas primeras semanas de andadura con buena aceptación y una firme declaración de intenciones.
Una pareja joven ha cogido el timón. Y la mano de ella, sumiller, se nota y mucho en una carta de vinos donde la puesta de largo de referencias Montilla-Moriles es atractiva. Desde finos en rama de Pérez-Barquero y Los Frailes, hasta los Dylas, 3 Miradas y el nuevo blanco joven de Viña Amalia de la bodega que comanda don Rafael Córdoba hasta el vermú de Alvear.
La apuesta es decidida, tanto como que preparan una pequeña bodega de 200 referencias de tinto que está al caer. Y para coronar el elogio a los vinos de la tierra, el panel de barriles encastrados al grifo, al modo de la popular imagen del Gallo.
La vidabella tiene dos estancias: un salón a modo de taberna y una terraza exterior
La vidabella tiene dos estancias: una amplia terraza externa para aprovechar la segunda primavera que Córdoba vive entre septiembre y octubre, o un salón adecuado al modo taberna junto a una barra. Le han querido poner el acento de ‘gastrotaberna’, pero, realmente, esta etiqueta que en tiempos quiso seducir al cliente por la irrupción de los nuevos modos de cocina, no es necesaria. Diría que mucho menos de lo que se pudiera creer y hasta va en detrimento de los empeños hosteleros como éste.
Hay honestidad en la nueva propuesta del barrio de Fátima. Él lleva los mandos de la cocina y deja una carta salpicada de nuevos toques, buenos sabores y dignas presentaciones de los platos clásicos. Tampoco hace falta más si el producto es de calidad, la fritura del pescado es óptima y los precios -como así parece- están a la altura de las circunstancias.
Nuevos toques, buenos sabores y dignas presentaciones en los platos clásicos
Arrancamos con una ensalada de gambones a la plancha, tartar de aguacate y vinagreta de tomate. Ligera. Quizás la vinagreta algo excesiva. Continuamos con un falso rissotto de puntalette de pulpo con emulsión de pimiento rojo. Lo mejor del almuerzo. Toque de cremosidad sin exceso. Rico. Coronamos con un cachopo de cadera de ternera con cecina de León y queso de IGP de Mahón. Contundencia medida. Jugoso, con el sabor propio de la cecina. El cachopo gana terreno en las cartas cordobesas. Parece fácil, pero no lo es.
Hay que dejarse aconsejar. Amabilidad en el servicio. Para los más noveleros, las croquetas de roquefort con empanado de kikos o el creppe de merluza en salsa de coquinas. O la ensaladilla de patata machacada con melva y gambas. Hay que probar.
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