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Eiffel forjó las bodegas de CUNE

Tradición, innovación y ubicuidad son los pilares en los que se sostiene la Compañía Vinícola del Norte de España (CUNE) desde que, allá por 1879, Eusebio Real de Asúa fundara en La Rioja (en el

Tradición, innovación y ubicuidad son los pilares en los que se sostiene la Compañía Vinícola del Norte de España (CUNE) desde que, allá por 1879, Eusebio Real de Asúa fundara en La Rioja (en el barrio de la estación de Haro), uno de los más prestigiosos templos del vino español. No deja de tener gracia que un problema de salud forzara la mudanza de Eusebio Real, desde su nativa y húmeda Bilbao, a la seca Haro que, por entonces, empezaba los inicios de su época dorada como «ciudad del vino».

Fueron pioneros tanto en técnicas vinícolas como en arquitectura del vino, pues fue Gustav Eiffel quien construyó los pilares en los que se sostenía, y aún se sustenta, parte de la bodega, pilares en los que se han apoyado cinco generaciones, ayudando a crear el prestigio y la imagen de La Rioja. En CUNE fueron también pioneros en la vinificación por gravedad.

El hombre de hierro

En este momento, CUNE está en plena recuperación de la histórica nave de vinificación, ideada por el máximo exponente de la arquitectura del hierro de finales del siglo XIX, Gustav Eiffel. No se sabe muy bien cómo llegó el ingeniero Eiffel a La Rioja, pero debieron de ser los emprendedores e innovadores hermanos Real de Asúa los que en sus viajes por Francia decidieron contratarlo para que les construyese su nave . Se trata de un gran espacio, de muros de piedra de sillería y tejado con la estructura de hierro.

Esta nave, que toda la vida se había utilizado para elaborar vino en barricas, una vez acabe de restaurarse, va a seguir cumpliendo su función, pero también se va a mostrar al público, porque la obra de Eiffel merece la pena.

«Eiffel tardó 17 años en construirla y fueron los fundadores de la bodega, que eran unos avanzados, quienes conectaron con él. La nave es de esas cosas de las que te olvidas y, de repente, dices, ¿pero cómo es posible que tengamos esto aquí y no lo enseñemos?», comenta Víctor Urrutia Ybarra, consejero delegado de CUNE, quien asegura que la nave, por fuera, no delata nada especial pero el techo sí: es altísimo y contiene una serie de cerchas que soportan toda la estructura del edificio sin necesidad de usar columnas, lo que supuso una revolución del espacio.

Está nave de Eiffel está en la histórica bodega dentro de un conjunto de edificios llamados «La aldea del vino», todos recuperados y rehabilitados para que el público vea cómo se hacía el vino 150 años ha. «Son varios edificios, alrededor de un pequeño jardín (las naves históricas de las bodegas), que recogen la naturaleza y el sentido de fiesta pagana que tiene el vino, con su mercado... Es algo vivo y que poco a poco iremos completando. En estas naves es donde se elabora el vino Imperial (el tinto que se sirvió en la boda de los Príncipes de Asturias) y el Real Dasúa, los buques insignia de la Casa», señala Urrutia.

CUNE marcó un hito en el mundo del vino. Inventó la vinificación por gravedad (hacer vino sin utilizar bombas o tuberías, pues se transporta de un sitio a otro en pequeños depósitos), una técnica suya que aprendieron del mundo del perfume, la adaptaron al vino y hoy la han copiado incluso las bodegas francesas. «Se les ocurrió a nuestros enólogos -prosigue Urrutia- y realmente ayuda a hacer buen vino».

Fieles a un estilo

Precursores en España en hacer un modelo de bodega al estilo de los «châteaux bordeleses», los CUNE tienen consumidores fieles, adeptos al Contino, que fue el primer vino que se hizo en La Rioja de uvas de una sola finca. Sucedió en 1973. No todos los años se embotella. Sólo los de cosecha excelente. Nadie sabe por qué, las mejores cepas son las que están alrededor de un olivo concreto. Sólo se elaboran 150.000 botellas de este vino, buque insignia de la Viña del Olivo, cuando el total de la producción de CUNE ronda los cinco millones de botellas que salen de las 500 hectáreas de viñedo, más las uvas que compran a sus viejos proveedores. «Antes se prestaba más atención a la bodega que al viñedo. Hoy esto ha cambiando, pero sin descuidar la labor de bodega pues hacer un vino bueno requiere muchísima práctica y técnica. Además con uvas malas no se puede hacer vino», asegura Víctor Urrutia.

Son conocidos los como los Rioja de Bilbao, pues antes de que existiera La Rioja como tal autonomía ya ponían en sus etiquetas Haro-Bilbao-España, de ahí que su Viña Real selección Bilbao se hiciese en homenaje a la ciudad vasca y muy al gusto bilbaíno.También apostaron por la espléndida nariz de las enólogas, (no en vano la directora de enología de CUNE es María Larrea), y por el turismo enólogico. «El vino te empieza a gusta a partir de los 25 y a los 35 te enamora, no es nada elitista y cada vez hay más gente que tiene acceso a un producto elevado», afirma Víctor Urrutia, quien advierte de que un gran vino tiene que persistir en el tiempo y durar, al menos, 20 años.

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