El banco de alimentos
Hoy toca llenar el Pizjuán, escuchar el cornetín y lanzarse a por los tres puntos cantando canciones de guerreros
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Iniciar sesiónEstamos instalados en los territorios siempre sorpresivos de la épica. Hemos perdido, por muchas razones, un colchón que ni Lorenzo Lamas lo tuvo tan confortable y mullido. Y ahora nos urge la ansiedad, el desconcierto y el canguelo a perderlo todo. Frente al paredón de ... nuestro destino invocamos al tercer anillo en este Viernes de Dolores para que nos tiendan la mano que se nos ha ido negando desde el mes de diciembre. Os juro que en mi vida vi un bache tan hondo y pronunciado como el que este equipo viene firmando desde que acabamos con la Despensa de Palacio. Todo lo conseguido en una primera vuelta para las enciclopedias del fútbol, lo hemos perdido en esta segunda, donde nos abonamos a sumar de uno y a convertirnos en un hospital, en la clásica aspirina blanca que curaba los males de los necesitados de puntos. Y así somos hoy víctimas de nosotros mismos, de los errores arbitrales (algunos que han coqueteado con el delito de odio…) y de los del banquillo, el mismo que en la primera vuelta nos deslumbró y en esta segunda nos decepcionó muchas veces.
Hay motivos sobrados para el análisis. Pero no ahora. No hoy. Ni cuando nos toquen los partidos claves de esta declinante Liga. Hoy toca llenar el Pizjuán, escuchar el cornetín y lanzarse a por los tres puntos cantando canciones de guerreros. De vida y muerte. De valor y honor. De ser o no ser. Porque es tan jodida la situación que, de aspirar oníricamente y atentando a la razón, por la plaza de honor de la Liga, nos vemos ahora en la impensable situación de que nos echen de la cuarta plaza. De ser campeones a temer a salir a la calle. Esa es nuestra épica. La que nos hemos buscado teniendo una de las defensas mejor amurallada de Europa y el ataque más blandiblú del planeta. Fuera somos misioneros. En casa sacamos el león que siempre llevamos dentro. Y eso nos ha salvado por ahora.
Pero la avería debe ser más gorda cuando el club, con Pepe Castro el pasado lunes en la radio oficial, sacó el cornetín y tocó a rebato, para llenar el Pizjuán de esos que nunca se rinden, de esos que siempre están cuando el equipo los necesita. Estamos en plena campaña épica. Entramos en esos terrenos agónicos donde tocará sufrir más de lo que ya llevamos sufrido, pelear más de lo que se ha peleado contra tantas adversidades y exigir el triple de lo que hasta ahora han derrochado unos jugadores a los que no se les puede sancionar ni con desprecio ni con soledad. Pueden estar más o menos acertados. Pueden parecernos más o menos desesperantes. Pero siempre los he visto dar el máximo de sus posibilidades. Y los borrones groseros de algunos que no están ni para jugar un futbolín, los que han pasado de pura sangre a rucios, no son imputables a una deslealtad al escudo. Más bien puede explicarse como consecuencia de la ansiedad que los bloquea por darlo todo y que todo salga de la mejor manera.
Suena el cornetín, el Pizjuán está repleto, las Lolas espantarán las angustias y arrojarán las flores sobre un equipo que nos necesita para no perderlo todo en un naufragio presentido. No apedreemos nuestro propio tejado. Golpeemos con la espada de la ambición el escudo de la épica, gritando victoria, victoria, victoria. Porque a partir de hoy las vamos a necesitar como un botón el ojal. Y una vez conseguido el cuarto puesto nos tiramos los trastos a la cara y ponemos en pie las razones por la que este buen equipo se convirtió en el banco de alimentos de sus adversarios, a los que hicimos fuertes por nuestra debilidad…
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