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el mentidero

La nueva simbología fálica del Born

Los servidores de la independencia, estimulados por el azote histórico, ya disponen de un kilómetro cero

maría jesús cañizares

Llevamos un año celebrando la Diada, tal es el grado de fervor soberanista en que nos ha tocado vivir, pero la festividad cae oficialmente este miércoles. Los servidores de la independencia, convenientemente estimulados por el azote histórico, cultural e identitario para encadenarse a la Vía catalana, disponen incluso de un kilómetro cero, de un punto neurálgico, de un santuario donde rendir culto a ese 1714 que da sentido al 11 de septiembre. Se trata del Born Centre Cultural que hoy se inaugura, epicentro de los fastos del tricentenario de esa guerra de sucesión que ha dado lugar a una especie de revisionismo histriónico, más que histórico. Cómo si no calificar que, en un solo día, hayan llegado a nuestra redacción tres libros con estos sugerentes títulos: «Como Àustria o Dinamarca. La Catalunya possible», «Claves sobre la independencia de Cataluña» y «Ser o no ser catalans, aquesta és la qüestió», obrita ésta última firmada por el actor cómico Toni Albà, conocido por arremeter contra todo aquel compañero de profesión que no está de acuerdo con sus planteamientos secesionistas. Albà se inspira en Shakespeare y ya tardan sus acólitos historicistas en plantear la posibilidad, por pequeña que sea, de que el autor de Hamlet fuera catalán. Como Cervantes. Como Cristóbal Colón... Lo dicho, revisionismo histriónico.

El citado centro cultural está instalado en un barrio paradigma de lo que los ingleses denominan «gentifrication», es decir, el proceso que convierte una zona depauperada en enclave aburguesado o «hippy-progre». Y es que el recinto que hoy alberga ese homenaje a los patriotas de 1714 fue en su momento un mercado al que las mujeres acudían masivamente a finales del siglo XIX, atraídas por la escultura de un ángel muy bien dotado y que, tras pasar por el cedazo (textual) de la censura religiosa y varias restauraciones posteriores, todavía puede contemplarse en el Pla de Palau. Igualmente fálico resulta el macromástil instalado ante el nuevo centro del Born, que mide 17,14 metros (un guiño a la icónica fecha soberanista) y en el que ondea una gran bandera catalana. Para que luego hablen de aquella bandera española gigante colocada en la plaza Colón de Madrid en 2001 en los tiempos de Álvarez del Manzano... Puede que la poderosa asta erigida en el Born excite los ánimos soberanistas. E incluso los vecinales, que rechazan el plan de usos urbanístico y/o la utilización independentista del recinto. Pero no los turísticos, pues dudo que un proyecto tan anodino tenga alguna repercusión internacional.

La nueva simbología fálica del Born

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