VIDAS EJEMPLARES
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Miguel Bosé denigra a los políticos españoles con gruesos epítetos ¿Críticas? Ninguna
HACE unas semanas, Cristóbal Montoro dijo la siguiente frase en el transcurso de una entrevista en la Ser: «Los problemas del cine español no solo tienen que ver con las subvenciones, sino también con su calidad y con su comercialización». Lo crujieron. El director Mariano Barroso lo tildó de «hooligan». La Academia emitió un comunicado comparando al ministro de Hacienda con los yogures, «porque ambos tienen fecha de caducidad». Carlos Bardem le afeó «los sobres de los partidos». José María Pou señaló que «el Gobierno es mediocre, y sus ministros, de mala calidad». El gran patriarca, Pedro Almodóvar, escribió una larga tribuna en la que intentaba demostrar que el comentario de Montoro responde a «un riguroso plan de exterminio» del cine español, ideado por el Gobierno del PP en venganza por las manifestaciones del «No a la guerra». Resumiendo: el mundo del cine llamó a Montoro hooligan , mediocre, yogur, exterminador, receptor de sobres… Abrumado, el ministro plegó velas y hasta pidió perdón.
Ahora vamos a tomarnos medio minuto para analizar la frase de Montoro. ¿Profiere algún insulto? No. ¿Qué dice? Pues que, al margen del debate de las subvenciones, el cine tendría más público si fuese mejor y si se comercializase de manera más óptima. ¿Miente? ¿Insulta? ¿Dice alguna sandez? Su discurso parece lógico. Si las películas fuesen mejores, atraerían a más gente y mejoraría la salud económica del cine. Por otra parte, existe un problema obvio con la distribución, pues a las películas españolas les cuesta encontrar pantalla, opacadas por las estadounidenses, que copan las salas. Da igual, la ofensa de Montoro fue mayúscula y recibió la justa respuesta: la Zeja decretó su excomunión y le llovió un torrente de cieno en Twitter.
Anteayer, en Las Vegas, Miguel Bosé valoró nuestro momento político. A juicio del cantante, «el ministro Wert es tonto, y lo sabe». En cuanto a los políticos españoles, «son una panda de ladrones y delincuentes». Miguel, un señor ya mayor (57 años), y se supone que en sus cabales, insulta en tono borde a los representantes elegidos libremente por los ciudadanos. ¿Y qué pasa? Pues nada. Esta vez no hay Twitter flamígero. Ni carta abierta de Pedro. Tampoco hay réplica del ministro al que llama «tonto». ¿Por qué? Pues porque se admite –¡todavía!– que la autodenominada «progresía» ostenta la potestad de decretar qué es correcto o incorrecto. Sus principios son dogma, y en su nombre se puede poner a parir a quien toque, impunemente. Una opinión volandera y educada de Montoro arma un carajal. La bilis de Bosé en Las Vegas es agua de colonia.
(PD: Se da por hecho que, a raíz de la repugnancia que le suscita la clase política española, en los próximos Papitours Papito renunciará a las subvenciones de ayuntamientos y comunidades, que tantos conciertos del artista antes llamado Bosé han ayudado a sufragar durante lustros. Por no hablar de sus programas en la televisión pública, costeados con nuestros impuestos, incluidos los de quienes no logramos hallar deleite alguno en la fecunda obra del creador de «Amante bandido»).
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