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Sochi 2014: Rusia presume de músculo con los Juegos más caros de la historia

Putin se juega su prestigio internacional con un evento que ha costado 37.000 millones de euros y que empieza entre una nube de protestas civiles y fuertes medidas de seguridad

Sochi 2014: Rusia presume de músculo con los Juegos más caros de la historia AFP

M. Á. BARROSO

Vladimir clavó sus ojos en Grom y lo calmó. El notable suceso tuvo lugar hace un par de días en un centro de cría en cautividad de leopardos en la región de Sochi, entre el Cáucaso y el Mar Negro. El presidente ruso acudió al establecimiento acompañado por dos ejecutivos del COI y un séquito de periodistas. Entraron en una jaula para hacer la gracieta con uno de los cachorros de leopardo. Pero Grom (Trueno), que así se llama el bicho, se puso nervioso con los flashes de las cámaras y atacó a la prensa mordiendo aquí y arañando allá. Hasta que Vladimir Putin lo sometió con la mirada. «Parece que conectamos el uno con el otro», señaló el presidente. Mensaje al mundo: no teman por nada en Sochi, que el «macho alfa» vela por su seguridad.

Rusia presume de músculo con la organización del espectáculo olímpico —de invierno o de verano— más caro de la historia: 37.500 millones de euros, cinco veces más que el presupuesto inicial, tres veces más que la factura de los Juegos de Londres 2012. En cuatro años organizará el Mundial de Fútbol y tampoco reparará en gastos. La pista del dinero es la que siguen siempre, sin perderse, los miembros de los organismos supranacionales que reparten las sedes de los grandes eventos deportivos. Y Sochi es como un gigantesco huevo de Pascua de Fabergé —de hecho, algunas de sus asombrosas instalaciones recuerdan a las creaciones del orfebre de San Petersburgo—, una joya fastuosa que simboliza la Rusia moderna y económicamente potente del nuevo milenio.

Ceremonia inaugural

Hoy se abre el telón con una ceremonia que tendrá lugar en el Estadio Olímpico Fisht (su nombre hace referencia a uno de los picos emblemáticos del Cáucaso), un coliseo con forma de concha marina y capacidad para 40.000 espectadores (a las 17.00, Teledeporte. La cadena ofrecerá más de 14 horas diarias de emisión, con las pruebas más destacadas, programas especiales y resúmenes). Más de treinta ONG han pedido al Comité Olímpico Internacional que prohíba un espectáculo de delfines y ballenas cautivos programado para la inauguración.

Los dígitos hablan por sí solos de la envergadura de los Juegos: 6.000 atletas de 85 países participarán en 89 disciplinas (12 de ellas nuevas) repartidas en 15 deportes durante 17 días de competición (a los que hay que sumar 1.650 atletas paralímpicos de 45 países). La seguridad va a movilizar a 37.000 agentes (existe preocupación por la actividad de grupos islamistas). Y la intendencia de cocina (chefs, camareros, cajeros) a 7.000 efectivos. El número de voluntarios asciende a 25.000.La antorcha olímpica (Putin ha descartado encender él personalmente el pebetero, «yo soy simplemente un aficionado», dijo) habrá recorrido 40.000 kilómetros, incluido un viajecito al espacio, a la Estación Espacial Internacional (aunque sin llama, por razones obvias), al Polo Norte y al lago Baikal, el más profundo del planeta. Y la audiencia televisiva está estimada en 3.000 millones de personas.

Los precios de los alojamientos se han puesto por las nubes, registrando un incremento del 121% respecto a la última semana de enero, según informó el comparador de hoteles Trivago. La estancia cuesta una media de 179 euros la noche por habitación doble. El día más caro para pernoctar es el viernes 21: 312 euros de media la noche, un 285% más caro que en 2013.

«Juegos anti-gay»

Sepultadas bajo el brillo de los fastos las sospechas de corrupción, hay en cambio otros números que no satisfacen tanto a Putin, como el casi medio millón de firmas recogidas por el movimiento All Out en contra de la ley rusa contra la propaganda homosexual. El sambenito de los «Juegos anti-gay» persigue a Sochi. De hecho, algunos líderes mundiales —como Barack Obama, François Hollande o Angela Merkel— evitarán hacerse hoy una foto con el presidente ruso por la controversia sobre los derechos de los homosexuales y las minorías étnicas que se vive en Rusia. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, sí acudirá a ceremonia inaugural, al igual que el primer ministro italiano, Enrico Letta, decisión que ha generado una gran controversia en su país. Por su parte, el ministro de Sanidad noruego, Bent Høie, viajará con su esposo a los Juegos Paralímpicos, en los que ejercerá como representante oficial de su gobierno.

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